viernes, 26 de febrero de 2016

La quinta de los Molinos

Hay veces que hay que darle un giro a la vida. Casi a diario se puede escuchar por cualquier sitio o de cualquier boca la frase "renovarse o morir" y estoy de acuerdo con ello. Nosotros mismos somos los responsables de poder reinventarnos o, por el contrario, caer en una rutina que puede cansarnos y aburrirnos.

A mí siempre me ha gustado innovar y probar cosas nuevas. Descubrir lugares diferentes y conocer distintas sensaciones que me recuerden lo maravilloso que es no estancarse y seguir avanzando en el camino.

Después de la semana de celebración por aquí, quería continuar con algo nuevo. Con diferentes secciones que espero que os gusten. Como ya sabéis si algo me caracteriza es mi espíritu Nómada. Estar de un sitio a otro buscando lugares que se ganen un rincón en mi carpeta del recuerdo. Por ello he querido que una de estas nuevas secciones sea dedicada a mis Pasos Nómadas

Me apetece mucho compartir con vosotros, mis queridos Nómadas, todos esos sitios que me hacen sonreír y que me inspiran a la hora de escribir. Poder enseñaros esas localizaciones que se ocultan entre mis letras para que también vosotros seáis parte de ellos. Gracias a la literatura podemos imaginar y soñar con ciudades o rincones que no hemos visto y que, quizá, no veremos nunca. Así que no se me ocurría una idea mejor que mostraros esos puntos del mundo que son especiales para mí. ¿Os subís al tren? ¡¡Espero que sí!!

Estamos en la recta final de mi mes favorito... Febrero es el mes en el cual celebro la vida, en el cual nació Nómadas en la noche, en el cual el amor es un poco más protagonista, en el que el frío y las flores se juntan en el camino para hacernos los días más llevaderos. Y ahí es donde se sitúan mis primeros Pasos Nómadas.

En mi tierra, por estas fechas los campos se llenan de flores y es algo que siempre he vivido de cerca. Mis yayos tenían un campo a las afueras de Elche con bancales llenos de almendros. Cuando estos florecían todo el campo adquiría un olor dulce que con solo cerrar los ojos puedo recordar. A mi hermana, a mi prima y a mí nos encantaba pasearnos y jugar entre los almendros. Qué recuerdos tan bonitos tengo de aquellos días... Pero el campo de mis yayos no es la localización que hoy tengo preparada para vosotros.
Cuando llegué a Madrid me enteré que había unos jardines que fueron diseñados por un hombre alicantino. El duque de Torre Arias le regaló estos jardines al profesor Cesar Cort Botí en los años 20 y este hizo un parque de estilo mediterráneo con el fin de tener un trocito de su tierra en la capital. Cuando murió, quedó abandonado. Para nuestra suerte, a principios de los 80 parte de los jardines fueron cedidos al ayuntamiento de Madrid, y entonces se rehabilitaron.
Estoy hablando de La quinta de los Molinos. Y si aun no habéis estado no os lo podéis perder :))

Visitar este parque en cualquier época del año ya es una maravilla... Pero si vais por estas fechas la excursión es una auténtica delicia. Miles de historias pasan por mi cabeza paseando por allí. Me encanta dejar llevar la imaginación y crear escenas que podían haber sucedido (o quizá sucedieron) hace años atrás... Visita totalmente recomendada y (casi) obligatoria para los amantes de la naturaleza, la primavera y los rincones que te hacen perderte y desconectar en la cuidad. Un lugar tranquilo y perfecto para pasear, ir de pic-nic, o leer un buen libro bajo la sombra de los almendros.

Os dejo unas cuantas fotos que pude hacer el fin de semana pasado de este lugar que se ha convertido en uno de mis favoritos de Madrid... Y algunos versos nómadas acompañándolas. Espero que disfrutéis de estos pas(e)os conmigo y, sobre todo, que os gusten! Empiezo esta nueva etapa en Nómadas en la noche con mucha ilusión y con un montón de ideas que os hagan sonreír :))

Que paséis un feliz viernes y un estupendo fin de semana... Besos y abrazos infinitos cargados de flores en febrero... Let´s imagine!!


Me dejé llevar por la corriente de tus vientos,
Un aroma dulce, que me hizo girar la veleta del recuerdo.
Era un buen comienzo. Continuar en puntos suspensivos
aquel punto y aparte, que en algún momento dimos por perdido.


No hay comentarios:

Publicar un comentario