miércoles, 30 de diciembre de 2015

La luz de mi vida

Hay veces que pienso en las metas que me he ido poniendo a lo largo de la vida. En las cosas que he podido hacer y en las que no. En lo que me gustaría llegar a ser. El final del año está aquí, y a todos nos suele dar por hacer balance y pensar en los propósitos que nos marcamos. Este 2015 no ha sido uno de mis mejores años, y aunque he cumplido sueños que jamás pensé que conseguiría, los acontecimientos tristes y desafortunados han sido, por desgracia, los protagonistas...

Menos mal que este último mes el año me ha dado una tregua y se ha portado muy bien conmigo. Unas maravillosas e inolvidables vacaciones en Nueva York y terminar el año en casa rodeada de la familia y las amistades de siempre están reinando este diciembre.
Hay veces, mis queridos nómadas, que tomarse un descanso viene muy bien para volver con más fuerza, más ganas y nuevas historias... Es cierto que este mes me habría encantado tener tiempo para sentarme y escribir tranquilamente delante del ordenador. Pero creo que me ha venido genial esta desconexión.

Estar fuera, visitar lugares nuevos y no pensar en nada más aparte de pasármelo bien me ha ayudado mucho y vengo con las pilas cargadas al máximo y con muchos versos e historias que compartir con vosotros. En estas fechas tan especiales y señaladas, no podía faltar algo navideño en Nómadas en la noche. Me encanta la Navidad y estar en Elche en estas fechas es un regalo. Hoy me apetecía sentarme y reunirme con vosotros con un cuento que he escrito en estos días. Ya me picaba el gusanillo de escribir aquí y tenía que felicitar las fiestas como es debido y despedirme del 2015 para dar la bienvenida al 2016 como mejor sé: con las letras. Porque escribir es la luz de mi vida, y sin vosotros nada de esto sería posible. Gracias infinitas por estar ahí siempre y llenarme de felicidad día tras día...
Espero al 2016 con los brazos abiertos, con ganas, con ilusión, con cambios, con nuevos proyectos, con emoción y con una sonrisa muy grande por todo lo bonito que me espera :))

Os deseo una feliz entrada a este nuevo año... Disfrutar los últimos momentos del 2015 con lo que más felices os haga y con las personas que hacen que cada momento cuente. Besos y abrazos infinitos en la distancia a todos y todas los que estáis ahí al otro lado... ¿Estáis preparados para alzar el vuelo nómada de este nuevo año? Let´s fly... ¡¡FELIZ 2016!!


LA LUZ DE MI VIDA

Eran las primeras navidades sin Michael y Rosemary aún no se hacía a la idea de que ya no lo volvería a ver. Toda una vida juntos compartiendo la aventura del día a día era demasiado para seguir adelante. Se había ido antes de lo que hubiera imaginado y le costaba aceptar la situación actual.
Vivían en un pequeño pueblo de Kansas. Él fue su primer amor... Allí compartieron sus primeros besos. Sus primeros sueños. Sus ilusiones y secretos. Lo eran todo el uno para el otro. Los recuerdos bailaban en su cabeza como si de un sueño se tratara, pero todo había sido real. El pueblo donde vivían no tenía ningún lujo y aunque nunca les había faltado nada, Rosemary siempre soñaba con viajar y conocer otras ciudades. Le encantaba leer y por las noches siempre le contaba muchas historias a su marido.

Michael se había dedicado toda la vida a cultivar trigo en sus tierras y cuidar sus campos de girasoles. Con el paso del tiempo construyeron su propia granja. El queso y la leche que producían eran muy buenos y surtían a todo el pueblo con ello. Terminaban cansados pero siempre habían sido felices y nunca les había faltado de nada.
Les encantaba salir al porche de su casa y ver los girasoles, la luz que irradiaban no era comparable a nada. Michael siempre le traía uno cada día y se lo dejaba sobre la cama con mucho mimo, para que siempre sintiera la luz del sol. Por mucho tiempo que pasara, era un gesto que no dejó de hacer ni un solo día mientras pudo y a Rosemary siempre se le iluminaba la sonrisa y le brillaban los ojos.
Cuando sus hijos crecieron se fueron ocupando del negocio familiar junto a otros empleados y con el tiempo les fue bien para poder vivir holgadamente. 
Muchos de sus sueños se quedaron en en el tintero sin ser escritos y Rosemary deseaba con todas sus fuerzas hacer uno de ellos realidad. A ella y a Michael les encantaba disfrutar de los atardeceres. Ver cómo el sol rojo desaparecía iluminando los campos de trigo y las hileras de girasoles. Ese momento en el que el día se convertía en noche, donde el brillo se perdía en la oscuridad y comenzaban a reinar las estrellas. Muchas veces imaginaban cómo sería ese momento en la gran ciudad. Rodeados de luces, de edificios, de ruidos, de susurros, de sirenas...
Sin decir nada a nadie compró un billete de avión a Nueva York. Cuando sus hijos se enteraron quisieron acompañarla, pero era algo que tenía que hacer ella sola.
Se vio con su pequeña maleta de piel marrón oscura. Tenía muchos años, era de esas que se cerraba con unas pequeñas correas a cada lado. Estaba desgastada, pero también era parte de su encanto. Le pareció surrealista verse allí, en ese avión gigante lleno de jóvenes, de ejecutivos, de parejas llenas de ilusión... Quiso adivinar qué pensarían al verla a ella allí sola, siempre le gustó imaginar la vida de otras personas. Respiró hondo intentando calmar sus nervios y dejarse llevar con el vuelo. 
El aterrizaje llegó sin sobresaltos y una sonrisa nostálgica se dibujó en su cara. Como si tuviera que haber hecho aquello muchos años atrás... Se bajó hecha un manojo de nervios, no podía creer donde estaba. Sin demora cogió un taxi, tal y como había visto en las películas miles de veces o como había leído en muchos de sus libros favoritos. Las lágrimas acariciaban sus mejillas y un mar de emociones navegaba en su interior.

Tráfico, sirenas, una radio en la que sonaban canciones navideñas y un horizonte plagado de edificios. El trayecto hasta el hotel se le pasó en un suspiro. Nunca le gustaron las prisas y le hacía gracia ver a todas esas personas desvividas por llegar a un sitio y a otro. Ella tenía claro a donde quería ir. Después de dejar su pequeño equipaje y recomponerse del viaje no esperó ni un segundo más y se puso en marcha. Empezó a andar respirando el ambiente, bailando con la música de la ciudad y admirando aquellos gigantes de acero y cristal.
Quería hacer el recorrido tal y como había imaginado miles de veces. Después de callejear anonadada disfrutando cada pequeño detalle, cogió Broadway y se dirigió hacia la luz. Todo era increíble, impresionante y en cada paso encontraba algo nuevo por descubrir y admirar con la cara de asombro de una niña pequeña que esta mirando todo por primera vez.


De pronto se vio allí, donde el día siempre es día, porque la noche nunca se aprecia. Donde hay una persona en cada rincón. Donde todo el mundo quiere robar momentos al tiempo capturándolos detrás de su cámara... Y se sintió pequeña. Muy pequeña.
Rosmary daba vueltas sobre sí misma mirando hacia arriba, creyendo que aquello no podía ser real, sino que formaba parte de un decorado que tarde o temprano iba a desaparecer.

Las escaleras rojas estaban al final, se dirigió a ellas arrastrada por la multitud y subió un escalón tras otro hasta que encontró un hueco donde sentarse. La emoción habitaba en sus ojos y resbalaba en forma de lágrimas por su rostro. Una luz tras otra se quedaba grabada en sus retinas y sintió que estaba en el centro del mundo. 

Miró al cielo, ese que ella tan bien conocía lleno de estrellas y en el cual solo encontró luces de ciudad... "desde luego esto no es Kansas", pensaba una y otra vez.
En ese instante dejó de escuchar todo, congeló el instante, lo enmarco en su memoria, cerró los ojos y respiró. Se quedó así un buen rato y una sonrisa la iluminó. Lo único que podía ver era el brillo de los ojos de Michael con el reflejo de los campos de girasoles. Él fue y siempre sería la única luz de su vida.

FIN

jueves, 3 de diciembre de 2015

...y me dio alas

Hay veces que vivo momentos que nunca habría imaginado. Situaciones únicas, increíbles, mágicas que me encantaría repetir una y otra vez. Eso mismo me pasó ayer, mis queridos Nómadas, y es que tuve el placer de pasar una tarde en la mejor compañía y haciendo lo que más me gusta: escribir.

Hay lugares donde pasan cosas muy bonitas y especiales, lugares que a simple vista pueden parecer corrientes, pero que no lo son. Y no lo son porque hay personas que los convierte en ÚNICOS. Hace apenas un par de meses tuve el placer de conocer a un grupo de chavales que vino a vernos a uno de los recitales que organizamos en el Búho Real. Ese grupo de chavales son estudiantes del IES Salvador Allende en Fuenlabrada (Madrid) y me cautivó su arte y sus ganas. Desprendían tanta energía que me contagiaron desde el primer momento. Me recordaron a mí cuando tenía su edad. Y los envidié por tener ese maravilloso grupo de poesía y de rap.

Gracias a una de sus profesoras, Miriam García, por invitarnos a Fernando de la Calle y a mí a participar en uno de sus talleres semanales de poesía. Gracias a ella pudimos ver sus instalaciones, como visten de arte cada muro dándole alas para volar y como viven y disfrutan las letras. Me parece admirable que haya gente como Miriam, que apoya, que motiva, que anima, que ayuda a estos chicos y chicas para que hacer lo que más les gusta no sea un imposible. Gracias a personas como ella esta sociedad seguirá teniendo algo de esperanza. Con gente auténtica que lucha y no se rinde por hacer crecer en lo que cree. 

La experiencia fue indescriptible. Poder escuchar, poder crear, poder compartir, poder reír, poder intercambiar, poder escribir con estos monstruos de las letras, con esta nueva generación que me deja sin aliento cuando leo lo que hacen, fue algo INCREÍBLE Chicos y chicas que quizá, estén perdidos, que quizá no quieran estudiar... pero que llegan tarde a clase a propósito para quedarse en la biblioteca y poder escribir, que hacen grupos de whasapp en los que intercambian escritos a diario, que son felices escribiendo y se les ilumina la mirada cuando lo hacen o cuando escuchan recitar a uno de sus compañeros. Eso, queridos amigos, es magia. Es arte. Es ganas. Es ilusión. Es futuro. Un futuro mejor.



Gracias chicos del Allende por hacer que mis alas sean un poquito más grandes... Voláis tan alto que tengo que mirar hacía arriba para veros. No dejéis nunca que hacer lo que hacéis por que es muy GRANDE. Que bonita la vida cuando te pone en el camino a personas así. 

Como ya sabéis, cualquier cosa me sirve de inspiración y que me quedo con cada pequeño detalle que me valga para escribir... Ayer por supuesto, la sesión dio para mucho! Y hoy quería dedicar esta poesía  que he escrito a todos los que forman ese maravilloso grupo de poesía. Espero que os guste ;))

El final del año está aquí y pronto llegarán las vacaciones... Las calles vestidas de frío y Navidad están más bonitas que nunca, así que no perdáis la oportunidad de salir a pasear. Mil gracias a todos y todas los que estáis haciendo volar el pack navideño de mi pequeño A un B[v]E[r]SO de Distancia, no puedo estar más feliz! Recordaros que si queréis hacer vuestro pedido solo tenéis que escribirme a nomadasenlanoche@gmail.com y que también lo tenéis a la venta en la librería Séneca de Elche
Espero que vuestra semana termine lo mejor posible y que el fin de semana lo paséis genial... Gracias siempre por estar ahí... Let´s imagine, let´s dream...!!


ALAS CERRADAS 

El reloj se paró a las doce y cuarto
de ese viernes vestido de gris.
No sé si de la mañana
o de las noches perdidas en tus labios.

La mesa verde mi mira,
y yo te miro a ti mientras las agujas
luchan por seguir y seguir...
Y sigue la vida. Y las letras.
Y hasta aquí podemos seguir.
Y suena el ring, que me devuelve aquí.

Una hora menos para mí,
una hora más junto a ti.
Me hablas de unas alas,
y las mías están, pero cerradas.
Pero vuelo con tus palabras 
que iluminan la verdad.

La verdad del frío de diciembre,
de un sueño esquivo al despertar.
De los diálogos que no entendemos
y de los cuerpos que dicen todo sin hablar.

Las agujas siguen quietas
y el querer ya no es solo pensar.
El pensar de una promesa
nunca hecha realidad.
Y hablas, y hablas...
Y me encanta como te tiembla la voz.
Hablas de sentimientos escondidos
y echar de menos una canción.

Y yo como un bobo
porque sonrío sinrazón,
me doy cuenta que llevo perdido
desde que la aguja paró.
Y me he quedado prendido
en el reverso de tus ojos
que este verso terminó.