miércoles, 30 de abril de 2014

Dulce sabor a sal



Hay veces que me apetece jugar, experimentar, hacer cosas nuevas, diferentes… Momentos en los que, aunque fuera esté nublado y haga frío, mi mente se transporta muy lejos de aquí. Vuela a sitios maravillosos y fantásticos: bosques encantados, pueblos de cuento, castillos de princesas, grandes ciudades, campos de palmeras, playas paradisíacas… 

No se si os pasara a vosotros, mis queridos nómadas, pero a mí no me gusta nada sentirme estancada. Me encanta sentir y ver que progreso, que aprendo, que avanzo, que me hago poquito a poco más grande… Porque como digo yo siempre: Step by step se puede llegar muy lejos y no importa cuanto tardemos en llegar… Si al final alcanzamos nuestra meta!

Como os decía, me gusta probar sensaciones, aventuras, sentir cosas distintas a las de siempre. Una manía que tengo es que me gusta ponerle música a todo lo que hago. Siempre pienso que vivir cada momento con música es mucho mejor. Aunque sean momentos tristes, malos o en situaciones incómodas, si le pusiéramos melodía a lo que hacemos veríamos la vida de diferente manera. 

Me gusta adornar cada situación con notas musicales. Porque de esa manera, por muy amargo que sea el momento, siempre sabrá mejor!
Por ejemplo, me encanta poner BSO a lo que escribo. No os pasa que cuando leéis os gustaría que viniera con BSO incorporada? A mi me parece bonito ponerle música a mis relatos, poesías y a todo lo que escribo en general. Y también a todo lo que leo! Pienso que es un juego precioso, poder juntar notas y letras.

Porque sabe de manera diferente y le da otro sentido, aunque la letra de la canción no tenga nada que ver con lo que estoy escribiendo o leyendo. Es la melodía, el sonido, bailando al compás de las letras escritas.

Pues bien, hoy quería compartir esto con vosotros y que jugáramos un poco a la vez! Espero que os guste la idea y me encantaría que todos los que queráis me deis vuestra opinión al respecto. 

Mientras escribía este micro relato que os dejo hoy, me acordé de esta canción. Y me inspiró un poco más… por sus notas, su toque de amor de verano, de deseo, de sensualidad, de desconexión, de quedarte con ganas de más...

Poneos la melodía a la vez que leéis el micro relato, sin prisa, disfrutando y saboreando cada letra y cada nota… Y ya me contaréis que os parece ;))

Nunca dejéis de soñar despiertos… Y si es con música, mucho mejor!

Feliz puente a mis nómadas españoles y feliz resto semana a todos los demás…
Let’s imagine! 


Dulce sabor a sal

Cuando veía la arena pegada en su piel tostada, lo único que podía pensar era que se juntara con la de mi cuerpo. Aquel día en la cala perdida, la deseé de todas las maneras posibles… Cuando paseaba por la orilla de la playa, cuando jugaba tirándome agua, cuando venía hacia mí con esa mirada traviesa y su sonrisa vestida de sal.
Me volvía loco y hacía que la risa me saliera de ahí, donde surge todo.

Entonces nos metimos al mar y empezó a besarme… ¿De verdad el agua del mar es salada? Porque ella la convertía en dulce.
Su piel mojada, su pelo desordenado, su cuerpo buscándome. 

Ardía en mi interior como los rayos de sol que se reflejaban sobre nosotros. Firmes y cálidos. 
Sus piernas alrededor de mi cintura y sus manos enredadas en mi pelo. Yo la agarraba fuerte, la acariciaba suave y la besaba con ganas.
No podía pedir más. Sus gemidos sonaban acordes con las olas del mar y la brisa del viento. Aquello si era buena música... Melodías para el recuerdo.

Y así pasamos aquel verano; único, transparente, ardiente... Disfrutando de nosotros como nunca más volvimos a hacerlo, y de aquel dulce sabor a sal...



sábado, 26 de abril de 2014

Tiempo perdido



Hay veces que nos quejamos de que no tenemos tiempo para nada. Pero, sin darnos cuenta, somos nosotros mismos los que nos lo robamos.

Perdemos tiempo en las cosas que no son realmente importantes; con los móviles, tablets, ordenadores y todo lo que estos aparatos conllevan. 
Nos hemos enganchado a una sociedad que vive con mucho más de lo que necesita. Y cada vez apreciamos y valoramos menos las cosas auténticas y bonitas... Menos es más!!

Muchos días, mis queridos nómadas, observo a la gente, a las personas que andan de un sitio a otro, a los niños con sus padres... Y pienso que no me gustaría nada haber nacido ahora. Me alegro muchísimo de haber nacido en una década en la que la imaginación, jugar en la calle, saltar a la comba e intercambiar cartas de olor con mis amigas del cole era lo que estaba de moda. 

El tiempo que tenemos es muy valioso amigos míos. Un día estamos aquí, pero al siguiente nadie sabe qué puede pasar... Tenemos que saber aprovecharlo y exprimirlo todo lo que podamos. 

Yo "pierdo" mucho tiempo en el metro para ir de un sitio a otro cada día, así que siempre intento leer, escribir, escuchar música... Así disfruto mucho más cada viaje!
Esta poesía que os dejo hoy, por ejemplo, la he escrito en uno de eso viajes de casa al trabajo y del trabajo a casa. Y la verdad es que en cada camino dejo volar mi imaginación y lo intento capturar todo en alguna de las libretas que siempre llevo en el bolso. 

Aprovechad este maravilloso regalo que la vida nos hace cada día y no perdáis nunca el tiempo con alguien que no sepa ver lo bonito de compartir un café, un paseo al atardecer o una comida en el parque.  Rodearnos siempre de gente que valore vuestra presencia... Y si no, regalarles nuestra ausencia! 

CARPE DIEM... Vivid el momento, siempre!! 

Buenas noches y feliz fin de semana a tod@s... Let´s live!! 




El tiempo se deshacía en mi contra 
y tu te escurrías entre mis dedos. 
Pensaba que sería fácil ponerle remedio,
pero me vi contando horas entre lamentos 
y la necesidad día a día iba en aumento.

El tiempo perdía sentido
y seguía deshaciéndose sin rumbo.
Me quise anclar en tus caricias 
y resultaron ser espinas caminando...
Dulce dolor sentí en mis pasos
que me llevaron por el sendero equivocado.

El tiempo se nos echó encima
y el reloj quedó deshecho en nuestro suelo.
Creí que sería fácil arreglarlo,
pero no sirvió de nada tanto esfuerzo...
Mis ojos se perdieron esperando
y tu mirada cautiva borró el recuerdo.

miércoles, 23 de abril de 2014

El Viaje


Hay veces que, estés donde estés y por mucho que hayamos cambiado, seguimos celebrando días como cuando éramos pequeños. 


El día de Sant Jordi, siempre era un día celebrado en mi casa, en el que nunca faltaba el olor a rosas y libros. Un día precioso y especial para mi, que siempre daba la bienvenida a la primavera oficialmente. 

La verdad es que tengo la suerte de haberme criado en una familia en la que los libros siempre han estado presentes. No solo este día tan bonito, realmente siempre había un motivo para regalarnos un libro!
En mi casa tengo una gran biblioteca y aquí, a lo largo de estos dos años, me he ido haciendo una muy especial también.

Hay libros a los que les tenemos un cariño especial... Son muchos los que pasan por mi mente. Nunca podré olvidar las primeras lecturas en compañía de los libros de El barco de vapor, seguir creciendo con las aventuras de Los cinco de Enid Blyton. Soñar con regalos de mis tías como Flor nueva de romances viejos. Encontrar libros preciosos como Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite. Descubrir en el instituto a los grandes como Cervantes y Shakespeare. Disfrutar de la historia con Reverte. Crecer, amar y llorar con El desencuentro, de Fernando  Schwartz. Y emocionarme y encontrar siempre algo nuevo con el libro tesoro El principito de Antoine de Saint-Exupéry.

Esto, mis queridos Nómadas, es solo un resumen! Hay muchísimos más... Pero necesitaría horas y horas para enumerarlos todos!

La lectura y la escritura siempre han estado presentes en mi vida. Desde pequeña, me gustaba jugar con las letras y darles forma... Nunca imaginé que algún día yo también podría formar parte de este maravilloso mundo que nos aporta y enriquece tanto. Que nos hace soñar y deja volar nuestra imaginación hasta límites insospechados! 

Pero hay veces, que la realidad es más grande que nuestros sueños y que nuestra imaginación... Y si sueñas algo muy fuerte, puede hacerse realidad! 


Ahora, con varias publicaciones a la espalda y muchos proyectos en el horizonte, celebro este día con la ilusión de cuando era niña! Y me enorgullece enormemente formar parte de este fantástico mundo entre letras.

A continuación os dejo un relato que escribí hace un tiempo y el cual espero que os guste y lo disfrutéis! Cada verso, cada frase, cada cuento, cada relato, cada poema, cada libro... Es una nueva aventura y un nuevo viaje del que podemos formar parte! Saboread suave y despacito todos los sentimientos que hay detrás de cada letra... 

Feliz día del libro a tod@s!! 


EL VIAJE

Cargada de maletas esperaba el tren que cambiaría su destino en aquel viejo apeadero que tantos recuerdos le traía... Sintió ese temblor en el suelo, las piedrecitas bailaban bajo sus pies. Ahí estaba. La gran ciudad cada vez más cerca. Después de acomodarse en su asiento, respiró. Un aire fresco invadió su cuerpo, miró por la ventana y dejó volar su imaginación. Una sonrisa dibujó su rostro. Empezaba un viaje que llevaba esperando mucho tiempo, quizá demasiado...

En ese momento vino a su recuerdo aquella tarde en la playa en la que el agua del mar no era lo único amargo... Era una tarde calurosa, llena de sol y sonrisas alrededor. Jamás le volvería a ver y aquello la inquietaba. Recordaba cada gesto, cada caricia, cada susurro... Cómo iba a salir de esta? Cerraba los ojos y veía los suyos clavados como puñales. Tenía que olvidar y seguir hacia delante.

Ese pensamiento la devolvió a aquel vagón en el tren. Olió el maravilloso café y se levantó a por uno. Miró a un lado y otro. Miles de historias la acompañaban, todas viajaban a su vez y todas empezaban en aquel tren. Siempre le habían gustado más los principios. Al fin y al cabo los finales de un modo u otro terminaban siendo amargos... 

Había llovido. Pero ahora el sol hacía brillar las gotas de agua sobre el cristal. Aquello parecía una cortina de diminutas lucecitas, como las que siempre se ponen en Navidad por todas partes. Navidad. Le fue imposible no llevar su mente a la última junto a él. Entonces todo parecía perfecto... O bueno, por lo menos lleno de felicidad. Aunque realmente estaba muy vacío. 

El tren se detuvo, no tenía muchas paradas. Subió gente. Ella siguió allí saboreando su café, intentando no pensar en nada. El tren reanudó su camino. Le encantaba viajar en tren, pensaba que era el medio de transporte más romántico del mundo. Podía haber algo más bonito que un viaje en tren? Seguro que no... Cerró los ojos y de repente tuvo esa extraña sensación de sentirse observada. Miró a un lado y a otro. Sus miradas se encontraron. Otra vez. Ella apartó la suya y volvió a su vagón. No podía creerlo, cómo podía ser? Aquella mirada penetrante se cruzaba otra vez con la suya. No quiso darle más importancia, pero tampoco podía sacarlo de su cabeza.

Cogió a su compañero de viaje, siempre lo llevaba. Adoraba aquel libro que le había regalado su hermana tantos años atrás... Y lo que más le gustaba era que, por muchas veces que lo leyera, siempre sacaba algo nuevo de él. Aquel Principito sí la tenía enamorada. 

Cuando lo vio pasar por su lado se le aceleró el corazón. No pudo evitarlo y, pensándolo bien, tampoco quería evitarlo. Hacía mucho tiempo que no sentía algo así. Esa adrenalina por todo el cuerpo, cuando de pronto se te acelera el corazón y de repente se para de golpe. Y así, sin ni siquiera planearlo, una sonrisa salió de sus labios... Por supuesto, él se la devolvió. Tomó asiento enfrente de ella y su mirada se iluminó aun más cuando observó el libro que ella tenía entre las manos. 

Ninguno de los dos sabía qué significaba aquello. Porque el destino había querido unirlos otra vez. En aquel tren, lleno de sueños, de ilusión, de ganas. De ganas de conocer, de experimentar, de empezar de cero. Y seguir a delante sin mirar atrás. De disfrutar las nuevas oportunidades. Y sin lugar a dudas, aquello era algo más que una simple coincidencia. 

Un sol rojo caía sobre el horizonte... Y un cielo vestido de rosa se despedía de ellos. La tormenta había pasado, en todos los sentidos en los cuales podía pasar. Y quizá, todo tenía más sentido que nunca por muy extraño que pareciese. Y así, un viaje cualquiera, hacía un nuevo comienzo, unió dos caminos que, de un modo u otro, estaban destinados a encontrarse.

viernes, 18 de abril de 2014

El final del cuento



Hay veces que vivimos una vida que no queremos vivir. Va pasando en tiempo y la situación se nos va de las manos sin darnos cuenta hasta el punto de que lo que nos pasa, no tiene nada que ver con nosotros.

De repente un día te paras y piensas en todo lo que te has perdido... Todo lo que te estás perdiendo y que nada tiene sentido. Te das cuenta que no estás haciendo lo que realmente quieres hacer, que has caído en una rutina y que eso es en lo que se ha convertido tu vida.

Y esto, mis queridos nómadas, pasa muy a menudo. Nos pasa en el trabajo, en relación a nuestros estudios, con lugares que queremos visitar, con experiencias que deseamos vivir, con nuestras parejas...

Hay veces que mucha gente se acomoda a una situación, y por miedo a que algo cambie, a hacerle daño a la otra persona, a encontrarte con algo diferente a lo que enfrentarte cada día que no seas capaz de controlar, no haces nada y sigues con la vida que llevas dejando que pase el tiempo.

Pero sabéis qué? Hay que tener valor, hay que tener ilusión, hay que luchar y seguir adelante por lo que uno quiere y, sobretodo, por la vida que quiere vivir. 

Por las inquietudes, los sueños, las aventuras, las motivaciones... Por muy descabellada que parezca la idea, por mucho que la gente a tu alrededor piense que es una locura... Hay que hacerlo y seguir adelante con lo que creas y te haga feliz. 

Ya sea en el trabajo, en nuestra vida personal, en sueños pendientes por cumplir. Hay que hacer siempre por ser felices. 
Aunque a veces eso conlleve ser un poco egoísta y pensar primero en uno mismo antes que en los demás. Pero es necesario tomar ciertas decisiones a tiempo antes que ser un infeliz el resto de tu vida.

Lo he visto a mi alrededor no una, sino muchas veces. Lo he vivido en primera persona. Y siempre, todas y cada una de las veces, incluidas las mías propias, ganamos los que en algún momento de nuestra vida, alguien nos da ese pequeño empujón que nos hace dar un giro a todo y hacer del sueño y de las ilusiones una realidad. 

El final del cuento no lo escribe nadie por vosotros. El final del cuento lo escribe uno mismo. Así que mis queridos amigos... Disfrutad del viaje y la emocionante aventura de vivir!



Estoy jodida...
No sé porqué ni como he llegado aquí.
He roto la lista mil veces y otras mil la he vuelto a hacer.
La balanza del si y el no se ha roto de tanto sopesar.
Y puede que la solución sea no pensar más... Simplemente decidir.
Y no me refiero a coger el camino fácil y bonito. Ese no...
Sino a andar por el que ya no me acuerdo pero el cual quiero recordar.

Estoy jodida... Y voy a joderla.
Pero los pros se han convertido en contras
y no me quiero ahogar en el vaso medio vacío que ya no me deja respirar.
Prefiero tirarlo todo y empezar a llenarlo de nuevo.
Aunque duela.
Aunque nunca deje de doler y sea silencioso y haga daño,
como el filo de una hoja de papel.

Pero no porque sea bonito he de seguir dentro.
No porque parezca perfecto ha de durar para siempre...
De todas formas las perdices solo se las comen las princesas.
Nunca fui princesa y nunca me gustaron las perdices.

El final de este cuento no acaba en colorín colorado.
El final de este cuento... Lo escribo yo.



viernes, 11 de abril de 2014

Cometas

Hay veces que conocemos a personas en un momento equivocado de nuestra vida... Al igual que también vivimos momentos o situaciones que nos llegan cuando no nos tienen que llegar.


Después, si dejamos escapar a esas personas o esos momentos, pensamos que hemos desaprovechado nuestra oportunidad y que posiblemente ya no volvamos a tenerla otra vez.

Pero ¿sabéis qué, mis queridos nómadas? Yo pienso que cuando algo tiene que pasar, pasará. Puede que haya veces que la vida ponga en nuestro camino oportunidades en el momento inapropiado, pero... ¿y si más tarde surgen otras mejores?

Lo mismo pasa en cuanto a las personas... Podemos encontrarnos con alguien en un punto de nuestro camino que no sea el mejor para ninguno de los dos.

Pero la vida da muchas vueltas... Y quién sabe qué puede pasar en unos días, unos meses o incluso unos años después?

El destino y nuestros pasos son muy caprichosos. Y hay veces que hay que pasarlo mal para que después vengan cosas muy buenas.

Por el tiempo, el destiempo y las segundas oportunidades.
Por todas esas personas que saben esperar y encontrar el momento adecuado para hacer los sueños realidad... 

Aquí os dejo Cometas, para que soñéis alto y libre siempre.

Buenas noches y feliz fin de semana a todos. Let´s fly... Let´s dream!


COMETAS

Cuando hablaba con él era como si el tiempo no pasara. Y me gustaba. Esa rara sensación de angustia y emoción a la vez quedaba atrapada en el tiempo.

Hacía mucho que no lo veía, quizá demasiado. Pero no importaba. Y aunque no solo rondaban por mi cabeza buenos momentos, los malos se perdían entre sonrisas y pensamientos tan dulces como el algodón de azúcar.

El destiempo fue protagonista de un encuentro equivocado que nos robó tiempo. Y nos vimos arrastrados por un torbellino de emociones que no podíamos controlar.
Encuentros esporádicos, citas clandestinas, llamadas hasta el amanecer y rosas rojas… Todo vino solo.
Nuestro punto de encuentro eran nuestros sueños, dormidos y despiertos. Que volaban alto y libres como las cometas en las tardes de verano.

Pero como en cualquier torbellino, todo saltó por los aires y no supimos donde agarrarnos, cayendo a un vacío demasiado lleno.
Lleno de obligaciones, compromisos, mentiras, malas lenguas, cartas llenas de amor y muchas noches en vela.

Así que nos escondimos en el tiempo, desafiando al destiempo. Porque quién sabe… Quizá funcionase.

Empezó a pasar algo mientras esperaba... era mi vida, que seguía un camino diferente al que mi mente quería hacer.

Sin saber que el destino tenía guardada una última carta a nuestro favor. Porque sí, me gusta llamarle destino, me gusta pensar que el libro de la vida está escrito. Y todo lo que tiene que pasar, llegará cuando sea el momento.

Y me veo aquí, esperando la llamada. Todo o nada. Porque es el momento de jugar, de jugar de verdad. De hacer lo que mejor nos sale, que es querernos. De empezar a hacer que los días cuenten y las cometas vuelen para siempre alto, muy alto.

Y la llamada llega. Y tiene que ser todo.

Quedamos en el lago, nuestro sitio, con un atardecer eterno acompañándonos.
Llego antes, como siempre, porque me gusta esa sensación de nervios durante la espera.
Enredo mi pelo en el dedo índice mientras contemplo aquel momento y lo guardo bajo llave en el recuerdo.

Y lo veo llegar, podría correr hacía él. Pero espero. No me anticipo.
Nos quedamos uno enfrente del otro, mirándonos, sonriendo. Tú y yo. 
Y empiezo a pensar que la vida es un poco un sueño. Y que finalmente, lo hago realidad.

Deseo que nada vuelva a ser como antes, porque el ahora nunca había sido mejor.



Imagen: pintura de David Brenes

jueves, 3 de abril de 2014

El amargo dulzor del almendro


Hay veces que los recuerdos invaden nuestra cabeza sin apenas darnos cuenta... Y es increíble lo que la memoria puede almacenar y guardar.

Si os paráis a pensarlo, mis queridos nómadas, y buscáis en ese lugar tan bonito y especial que conserva tantos y tantos momentos, seguro que os sorprendéis hasta vosotros mismos de todo lo que viene a vuestra cabeza!

Creo que los recuerdos más bonitos y especiales que tengo son de mi infancia... La infancia. Ese maravilloso lugar donde eres libre de todo. En el que imaginar, jugar, reír, hacer castillos de arena o hacer casas de árbol en almendros eran las mayores preocupaciones que tenía.

El campo de mis yayos es un lugar que nunca olvidaré. Daba igual la época del año que fuera... Cualquiera era especial: veranos en bici y en la piscina, otoños jugando a contar historias tras las ventanas con olor a castañas asadas, inviernos al lado de la hoguera comiendo palomitas caseras... Y primaveras recorriendo los campos con los almendros en flor.

Este último recuerdo de los almendros en flor me ha dado la idea para escribir un micro relato... El cual me gustaría compartir con vosotros.
Por los recuerdos que tenemos de tantos momentos especiales que nos hacen viajar en el tiempo y recuperar un poco de ellos siempre que queramos.


Solo hay que buscar en ese rinconcito tan nuestro y sacarlos a flote... Porque las pequeñas cosas, son las más especiales. Esas que no se pueden tocar, ni romper, ni mirar... Pero si sentir y revivir.

Buenas noches y feliz jueves a tod@s mis nómadas... Let´s remember!



Me gustaba su forma de mirarme sin decir nada pero diciéndolo todo. Haciéndome sentir como una princesa en primavera paseando entre almendros. Los almendros en flor siempre me hacían viajar en el tiempo. Sol, juegos y ramas llenas de algodón de azúcar.
Sin embargo, sus ojos dejaron de hablar pronto. Y los árboles dieron su fruto, dejando un sabor amargo en el corazón, como nunca antes lo habían hecho.