viernes, 24 de octubre de 2014

Caricias de la vida

Hay veces que veo una imagen y automáticamente brotan en mi cabeza miles de historias sobre ella. Así, también me pasa con personas, paisajes, situaciones... Miles de cosas pueden ser inspiradoras y eso me resulta fantástico. Es por eso que siempre llevo una libreta y algún boli o lápiz conmigo y el blog de notas del móvil hasta arriba... 

Me encanta observar a la gente. Yo pienso que la cara es el espejo del alma y es cierto que un gesto vale más que mil palabras. 

Me gusta mucho observar y escuchar hablar a las personas mayores. Me parece muy curioso e interesante oír sus comparaciones de el ayer y el ahora. Ver como antes eran más comprensivos y no eran tan egoístas a la hora de muchas cosas. 

Creo que la sociedad de hoy en día es muy egoísta... Pensamos en nosotros mismos antes de nada. Por supuesto, eso está bien. Pero por otro lado, deberíamos escuchar las necesidades de otras personas y tener más empatía unos con otros.

Hoy en día, cada vez cuesta más encontrar parejas o matrimonios que lleven mucho tiempo juntos. Por eso, cada vez que veo una pareja mayor en un parque, paseando, tomando café... Siempre me da un pellizco en el corazón.

Hace unos años se estrenaba una de mis películas favoritas a día de hoy. Puede que el comienzo sea el más triste que he visto nunca. Durante los primeros minutos se cuenta la historia de una pareja que es feliz a lo largo de su vida con muy poco, ya que simplemente se necesitaban el uno al otro para tenerlo todo. Desgraciadamente, ella muere y él se queda solo con todos sus recuerdos y un deseo de ella por cumplir: ir a las Cataratas Paraíso
Como ya sabréis muchos de vosotros, por no decir todos, hablo de la película UP

Pues bien, unas semanas atrás, paseando por mi barrio fui a una maravillosa librería cerca de casa que me encanta. No solo porque dejen mirar con total libertad y te aconsejen fenomenal acerca de todo, en ella podéis encontrar cantidad de libros infantiles, de curiosidades, ediciones especiales, libretas únicas, talleres... Es un lugar mágico que merece la pena visitar, así que no dudéis Venir a cuento

En esta bonita tienda encontré una preciosa ilustración de Rocio Araya Gutierrez que me tocó la fibra... Y tuve que comprarla. A raíz de esta imagen escribí esto que hoy quería compartir con todos vosotros, mis queridos Nómadas. ¡Espero que os guste mucho!

Muchas gracias por estar ahí siempre. Por leer cada día y cada noche. Por soñar despiertos y leer hasta dejar volar vuestra imaginación muy lejos de aquí... ¡¡No dejéis de hacerlo nunca!! 

Feliz fin de semana lleno de sonrisas y felicidad!! Let´s dream...





CARICIAS DE LA VIDA

Seguían columpiándose tras el paso de los años,
como si el tiempo se hubiera detenido
o contase en sentido contrario...

Ellos habían palidecido,
pero su amor guardaba miles de colores.
Ella le miraba como siempre.
Sus ojos mantenían la ilusión tras el paso de los años
y sus párpados aguantaban el peso,
inundados en recuerdos.

Él se hacía el despistado.
Le gustaba llamar su atención,
mirar hacia otro lado.
Hasta que ella sonreía,
viéndolo mirar de reojo,
y se acercaba a darle un beso,
con los labios aún llenos de deseo.

Su piel, con miles de líneas,
ya no era la misma de antes...

"Las caricias de la vida, que dejan marcas"
decía él siempre.
"Pues a seguir sumando marcas"
contestaba ella.
Y lo acariciaba con cariño.

Hicieron de su rutina una vida diferente;
aprendiendo el uno del otro,
leyendo entre sus líneas,
desgastándose poco a poco,
amándose con los cinco sentidos
y conociéndose hasta el final.

Ilustración: Rocio Araya


domingo, 19 de octubre de 2014

Todas unidas: Lucha contra el Cáncer

Hay veces que nos levantamos y no tenemos ganas de nada. Que simplemente queremos pasar un día de tranquilidad con nuestra pareja, nuestra familia, nuestros amigos o con nosotros mismos.

Para mí, mis queridos Nómadas, los domingos son ese tipo de días. Me gusta dedicarlos a estar tranquila. Levantar sin prisa y disfrutar de un rico desayuno. Dedicar más tiempo en la cocina a medio día. Ver alguna peli echada en el sofá. Leer despacio degustando cada letra. 

Hoy es un domingo especial. Porque hoy es 19 de octubre, y es el día dedicado a todas y cada una de las luchadoras del mundo. Porque por supuesto nos acordamos de ellas cada día del año, pero está muy bien que haya un día especialmente en su honor. El día mundial contra el cáncer de mama.

Por desgracia, a día de hoy, somos la gran mayoría los que hemos sufrido esta enfermedad. Bien porque la ha sufrido un familiar, un amigo, un conocido... Es algo a lo que no nos ha quedado otra que "acostumbrarnos". A mí, me da miedo esta horrible enfermedad que crece y se desarrolla con tanta rapidez. En mi familia ha habido varios casos de Cáncer de mama. Unas consiguieron superarlo, otras, por desgracia, no. 

Hace tiempo que tenía en mente este relato. Al final, como muchas veces me pasa, me pongo a escribir y toma una dirección diferente a la que en un principio había pensado. En él quería reflejar como esta enfermedad se mete en la vida de cualquiera, sin pedir permiso y ningún tipo de miramientos. Este relato de hoy va dedicado a todas ellas. A las luchadoras que apoyan a las que lo sufren. A las luchadoras que lo han sufrido. A las luchadoras que lo están sufriendo. A las luchadoras que lo han superado. Y a las luchadoras que no lo consiguieron. 

Hoy, estamos Todas Unidas contra esta horrible enfermedad que deja tantas victimas año tras año. No hay que perder nunca la esperanza y siempre hay que luchas hasta el final. 

Gracias por estar ahí. Espero que paséis una bonita tarde de domingo y que empecéis la semana con mucha fuerza... Let´s be strong!!! 


NUEZ MOSCADA

Ya amanecía y Clara aún no se había acostado. El cansancio empezaba a reflejarse en su cara, en sus gestos, en su vitalidad… Intentaba seguir sacando fuerzas pero cada día le costaba un poco más. 

A Clara nunca le había faltado nada. Su familia, de clase alta, vivía a las afueras de la capital. Y pese a la difícil situación que sufría el país, nunca habían tenido ningún tipo de problema. Su padre era un médico muy importante a nivel nacional, querido por todos, tanto compañeros como pacientes. Amigos y familiares.

Sí que es verdad que no le fue fácil salir adelante y luchar por lo que ella quería en aquellos años en los que destacar no era cosa de mujeres. Ahora, a principios de los setenta parecía que se podía respirar con más tranquilidad. Pero durante muchos años se había sentido con la soga al cuello. 

Clara, haciendo honor a su nombre, siempre había tenido claro lo que quería: dar clases de música y escribir. Sus dos pasiones desde que tenía uso de razón. Siempre fue una niña diferente, y con el paso de los años su carácter y personalidad se fueron definiendo, haciéndola destacar por encima de muchos. Pese a las críticas que sufría en su entorno familiar y de amigos ella estaba feliz, muy feliz. Quizá más feliz que nunca, y justo donde quería estar.

Aprendió a tocar varios instrumentos musicales, porque decía que la música se sentía de diferente forma siendo interpretada con distintos instrumentos. A ella le encantaba sentirla en cada nota, desde cada silencio, leyéndola en todas las versiones posibles. Y, ya desde pequeña ponía a sus juguetes delante de ella para “impartirles lecciones musicales”. No tenía hermanos, porque su madre tuvo un parto complicado y le aconsejaron que no volviera a quedarse embarazada. Por lo tanto, no le quedaba más remedio que pasar mucho rato jugando ella sola. Nunca le había importado, su imaginación la alejaba de todo cuanto había a su alrededor y siempre tenía historias fantásticas en mente.

Amigos de sus padres intentaban emparejarla con alguno de sus hijos. Y aunque todos la veían como “un bicho raro” sabían que era un buen partido. Pero ella nunca consintió aceptar a ninguno de ellos. Era la “niña consentida” de su padre y él aceptaba lo que ella quería a pesar de las habladurías de la gente. 

Cuando terminó sus estudios se mudó a la capital, con su tía Goya. Su tío murió en la guerra y ella se había sentido muy sola desde entonces. La relación con su tía siempre fue mágica. Así que cuando le pidió si podía vivir con ella la respuesta fue un SÍ como la copa de un pino. A sus padres no les terminaba de gustar la idea. Pero finalmente, acabaron cediendo. 

Todo fluía y avanzaba como un barco sobre el mar en calma. Daba clases de música en un colegio pequeño y familiar. También lecciones particulares un par de veces por semana a dos hermanos que vivían en el mismo edificio de la tía Goya. Hacía un año que había publicado su primera novela, la cual no tardó en llegar a un numeroso público que alababa su trabajo y su forma de escribir. Ahora, a punto de terminar su segundo trabajo, se sentía entusiasmada. En esta novela su tía había influido mucho. A ella le gustaba mucho cocinar, cuando su marido murió empezó a trabajar para una famosa pastelería del centro y sus pasteles eran deliciosos. Si algo caracterizaba a la tía Goya, era su olor, tan natural y único con un pequeño matiz a nuez moscada. 

Clara nunca le dijo nada, pero siempre supo que el secreto de sus recetas escondían ese ingrediente que los hacía tan especiales y queridos. Por ello y por todo lo que le debía a ella, imposible de devolver ni en un millón de vidas, decidió titular su segunda novela así: Nuez moscada. 

Ya amanecía y Clara aún no se había acostado. El cansancio empezaba a reflejarse en su cara, en sus gestos, en su vitalidad… Intentaba seguir sacando fuerzas pero cada día le costaba un poco más. 

A principios de verano le dieron una noticia inesperada… Una noticia que atravesó su pecho como una bala. Aunque lo que atravesaba su pecho era otra cosa peor que mil balas juntas… Cáncer. 

Después de tanto tiempo luchando por lo que quería, por hacerse un hueco en una sociedad dominada por los hombres, por llegar a donde quería llegar… Sintió que el mundo se derrumbaba sobre ella. 

Consiguió ocultarlo más tiempo del que ella hubiera imaginado. No quería hacer sufrir a su familia y pensó que si no decía nada, todo sería mucho mejor. Cuando llegó septiembre, con el sol todavía pegado en las mejillas, se sentía como las hojas que cambiaban de color y comenzaban a caer. 

Cuando sus padres se enteraron ya era tarde… Su padre removió cielo y tierra. La sometió a todo tipo de tratamientos. Probó con ella cosas que aún no sabían si funcionarían o no. Desgraciadamente, por Clara poco se podía hacer ya. Ella eligió su camino con su silencio. Todo lo demás es duro de explicar. Dolor, mucho dolor. Una lucha continúa durante seis meses que fueron como seis años. Pero muchos de esos tratamientos sirvieron después para ayudar a otras mujeres que padecían esa enfermedad.

No fue la primera ni tampoco la última. 

Clara se fue tranquila, simplemente dejándose llevar, en un febrero frío, muy frío. Con muchos sueños esperando en el tintero y muchos otros ya escritos que la mantuvieron viva tras el paso del tiempo. Y a pesar de su juventud y lo mucho que le quedaba por tocar, se fue con la paz interna de haber sido quien quería ser hasta la última nota de su partitura.


lunes, 13 de octubre de 2014

El globo verde

Hay veces que por mucho que queramos no nos damos cuenta de lo que pasa a nuestro alrededor porque estamos inmersos en el trabajo, problemas, llegar a fin de mes... 
Eso hace que nos sumerjamos en un a burbuja de la que nos resulta difícil salir. 

Pero aunque nosotros no nos demos cuenta, todo lo que hay a nuestro alrededor no para... Los pequeños detalles que son tan importantes en el día a día, siguen ahí. Es de nosotros de quien depende apreciarlos y hacer que la rutina sea un poco mejor o por otro lado dejarlos pasar y seguir en un círculo del que nos resulta complicado salir.

Como ya sabéis, mis queridos Nómadas, cualquier cosa me sirve de inspiración. Así que escribí este relato en el que intento reflejar todo esto que veo que nos pasa a diario sin darnos cuenta. 

Cualquier cosa insignificante puede cambiarnos el día y llenarnos de felicidad... Por muy pequeño que parezca, por muy normal, por muy tonto... 

Seguid disfrutando de esta maravillosa estación y todos los detalles y colores que nos ofrece: salid a pasear, pisad charcos, coleccionad hojas secas, respirad hondo, y soñad fuerte! 

Feliz semana mis queridos Nómadas... Let´s fly!




EL GLOBO VERDE

Un día me paré en medio de la calle y me di cuenta que, sin querer, estaba andando en la dirección equivocada. Me había dejado llevar por la corriente demasiado tiempo y ni siquiera había pensado en lo que realmente quería.


Una corriente llena de torbellinos y una sociedad que anda con los ojos vendados, que actúa por el qué dirán y no por lo que dice uno mismo. Llena de gente que trabaja en contra de sus principios para llenarse el bolsillo de dinero… Sin saber cómo ni por qué. 

Un día un globo tuvo la culpa. Se le escapó a una niña de grandes ojos que salió corriendo tras él, a contracorriente de la multitud, tropezando conmigo y sin importarle más que alcanzar su globo verde. Entonces la seguí con la mirada, no sé si alguien más se dio cuenta de aquello. Solo sé que para mi fue suficiente ver el globo verde volar reflejado en los ojos de esperanza de la niña esperando poder alcanzarlo. 

Pasé un buen rato andando tras el globo, la niña quedó atrás, pues su madre la cogió del brazo y le dijo que ya comprarían otro. “Pero yo quiero ese”, respondió la niña con lágrimas en los ojos.
Me recordó a cuando yo era pequeña, al cariño que le tenía a cualquier cosa y a cuando lo más insignificante era el tesoro más preciado.

Y entonces me vi alejada de mi camino de siempre. Persiguiendo el globo verde lleno de esperanza, el cual me llevó a un lugar desconocido, pero del que con el tiempo aprendí mucho.

Aprendí ayudando y sintiéndome libre a cambio de algo maravilloso: N A D A
Nada material, pero sí lleno de valores importantes: alegría, felicidad, compartir ilusiones, agradecimiento...

Así me di cuenta que cualquier situación puede tener un significado especial si te detienes un momento a observar lo que te rodea cada día y nunca prestas atención. Porque hay que mirar menos para abajo y más hacia arriba.

En mi caso, una niña llena de ilusión, ojos grandes y pensamientos felices persiguiendo un simple globo, hizo que me detuviera y mirase más allá para llegar a ver muy lejos y deshacerme de cadenas que llevaba arrastrando mucho tiempo atrás... 

Desde entonces, siempre tengo en mi casa globos verdes, que dejo volar cada día para que, con un poco de suerte, sean la esperanza de aquellos que están metidos en su rutina esperando una señal. Porque no todo está perdido… Solo hay que apreciar esas cosas que son verdaderamente importantes y que olvidamos cuando nos centramos en todo lo demás.

lunes, 6 de octubre de 2014

Un alto en el camino

Hay veces que, como ya sabéis, me gustaría visitar lugares o hacer viajes que, bien por no tener suficiente tiempo, dinero o disposición, hay que dejarlos en un segundo lugar hasta que sea posible realizarlos.


Pero como también sabéis, mis queridos Nómadas, cuando yo no puedo hacerlo son los personajes de mis historias los que hacen todos esos viajes que pasan por mi imaginación. Como los del relato que os dejo hoy en Nómadas en la noche.

Hay algo que llevo mucho tiempo queriendo hacer desde hace muchos años... Al final, por unas cosas o por otras, aun no he podido organizarlo y llevarlo a cabo. Pero estoy segura que no tardaré mucho más en hacerlo realidad. Esto es el camino de Santiago.

Escribir y leer nos permite viajar a ciudades en las que no hemos estado e imaginar miles de entornos que no hemos visto... Y desde mi punto de vista, ese es algo mágico e incomparable con nada. Poder cerrar los ojos estando tumbados en nuestra cama e imaginarnos paseando, tomando café o sentados en un entorno que no podemos tocar pero sí vivirlo de esa manera tan especial es precioso...

Así que espero que el relato de hoy os haga viajar con los ojos cerrados y desde vuestro lugar favorito para leer y disfrutéis la historia que hoy quería compartir con vosotros.

Gracias siempre por estar al otro lado. Espero que hayáis tenido un genial lunes y que vuestra semana sea por lo menos, la mitad de bonita que va a ser la mía... Ya que sé que va a ser inolvidable :))

Feliz noche... No olvidéis coser vuestros sueños despiertos para que no se escapen mientras dormís... Let´s dream!! 


UN ALTO EN EL CAMINO

Aquella mañana era como otra cualquiera, nada nuevo. Tener todo listo y ordenado desde temprano para cuando empezasen a llegar visitantes no faltase nada. Le encantaba el olor de aquella casa... Mmmm. Le traía tantos recuerdos que con solo cerrar los ojos podía viajar en el tiempo y (re)vivir momentos ya pasados. Aunque no entrase en sus planes, le gustaba estar allí.

Habían pasado seis meses desde la muerte de su padre. Fue entonces cuando volvió a su pueblo. En aquel momento no sabía que hacer. Demasiado tiempo fuera. Muchas preguntas sin respuesta. Todo de repente. Ni siquiera había terminado de asimilar nada... Muchas tardes aún le parecía escuchar el sonido de sus llaves al abrir la puerta de casa y oler su peculiar aroma de café mezclado con tabaco. Podría identificar ese olor en cualquier parte… Y sin embargo ahora era como una sombra a su alrededor. Se le cayó una taza y volvió a la realidad. 

Su madre no se había levantado todavía, andaba algo despistada. Por eso quiso quedarse allí un tiempo. Les vendría bien a las dos pasar juntas una temporada. Así que se le ocurrió la idea de montar un área de descanso en el camino. Vivían en una palloza, esas casas siempre habían llamado la atención de los caminantes. Además, la suya estaba en muy buen estado, a su padre le gustaba cuidarlo todo mucho. Y había espacio de sobra como para habilitar una sala de estar confortable, ya que tenían un adosado al lado de la vivienda. Siempre le hizo gracia vivir allí, le parecía un lugar sacado de un cuento y su padre le contaba miles de historias que la dejaban hipnotizada. A su madre le pareció bien la idea cuando ella se lo dijo, en parte para que no se volviera a ir. La pobre no tenía ilusiones para seguir en estos momentos. Lo echaba tanto de menos… Ya no quería estar sola el tiempo que le quedara por vivir. Ella nunca quiso que su hija se fuera…

Colgó el tablón de madera al lado de la puerta en el que se leía en letras mayúsculas:
"UN ALTO EN EL CAMINO"

Estaba amaneciendo, le gustaba ese momento del día en que se despedía de la noche... Un halo de niebla lo cubría todo, aquella estampa era para enmarcar, cuando todo estaba dormido y tapado por la niebla. Poco a poco se iba despertando a la vez que la niebla desaparecía dando paso a un despejado día de verano. Era maravilloso. Todo verde. El aire limpio. Todo como antes. Todo como siempre. Le encantaba estar allí, era un lugar pequeño pero mágico. Y además muy concurrido, ya que el camino pasaba por allí. Exactamente el primer pueblo en territorio gallego de la última etapa del camino de Santiago. 


Echaba de menos París y sus calles. Su aroma, su entorno... Pasear por las zonas tranquilas y menos transitadas. Observar la Torre Eiffel como otra turista más. Perderse en los museos y disfrutar de cada rincón especial y único... Sus años allí habían sido de los mejores de su vida. Aprendió a valorar todo de diferente manera, a sobrevivir en un país diferente, con otro idioma, distintas costumbres y eso había hecho que creciera mucho en todos los sentidos.

Entraron algunas personas y fue para ver lo que necesitaban. Puso los ojos como platos cuando lo vio allí. No se lo podía creer. Había pasado mucho tiempo… Demasiado. Lo conoció durante su primer año en París. Una mañana mientras desayunaba en uno de sus cafés favoritos, (esos maravillosos croissant la volvían loca) él se sentó cerca de ella, llevaba un bonita libreta y un montón de libros a cuestas, y así sin más, le hizo sonreír. Sus miradas se cruzaron, como se cruzan dos aviones en el cielo, en un fugaz suspiro. Empezaron a hablar, quizá por casualidad, quizá por destino, quizá porque sí.

Nunca había conocido a nadie tan interesante como él…

Y así, sin más, se convirtió en alguien imprescindible en su vida. Podía compartir cualquier cosa a su lado. Para ella fue su ángel de la guarda, la ayudó en todo. Pero al cabo de un año él tuvo que irse de París. Era profesor y le habían concedido una plaza para trabajar en EEUU. Le dio mucha pena tener que despedirse de él. Al final, perdieron la pista el uno del otro, aunque siempre pensó que se quedaron muchas cosas pendientes entre ellos.

Fue corriendo hacia él... Esa sensación de abrazarlo y pensar que tenía el mundo a sus pies. Que el tiempo se había detenido y que la felicidad podía volar sobre ellos. Nunca había conocido a nadie tan valiente y con tantas ganas de superarse cada día. Cuando era pequeño, él tuvo un accidente y, desde entonces, iba en silla de ruedas. Pero eso no hizo que se detuviera en nada. Más bien todo lo contrario. Sus ganas por vivir y su afán de superación habían conseguido todos sus propósitos se hiciesen realidad.

Estaba haciendo el camino con unos amigos. Ya les quedaba muy poco para terminar. No podía ser que estuviera allí. Volver a encontrarse con él, en su casa, después de tanto tiempo y justo en ese momento. Sin lugar a duda, un halo de magia envolvía aquel lugar. Siempre había pensado que nada pasa por casualidad, que todo pasa por algún motivo. Que la vida nos pone y nos quita personas del camino porque está escrito en algún sitio. Porque aunque nos duela, tiene que ser así. En un momento complicado de su vida, él había estado ahí apoyándola en todo. Y ahora, con su vuelta al pueblo, con la reciente pérdida de su padre, de repente volvía a estar ahí. 

Hablaron durante horas... Recordando, poniéndose al día, contando aventuras y desventuras también. Riendo, llorando, emocionándose con solo mirarse a los ojos. Fue como si el tiempo no hubiese pasado nunca y ellos fuesen los de siempre. Esa relación tan especial y esos sentimientos volvieron a aflorar allí, después de tanto vivido.

Ella no dejaba de sonreír, su eterna sonrisa que ya nunca volvió a perder, porque se dio cuenta que tarde o temprano, siempre hay cosas buenas guardadas para cada uno de nosotros en el lugar más inesperado.

Él, terminó el Camino de Santiago. Ella, le acompañó todo el tiempo que pudo. Pensó que aquello, sin ser razonable, tenía a la vez todo el sentido del mundo. Quizá la vida le había hecho pasar uno de los momentos más difíciles de su vida al tener que volver a su pueblo en aquellas circunstancias. Pero aquel alto en el camino, le hizo el mejor regalo que podría haber recibido nunca...Después de aquel camino, vinieron muchísimos más. Con altos, sin prisas, disfrutando, viviendo... Pero siempre, juntos.