domingo, 19 de octubre de 2014

Todas unidas: Lucha contra el Cáncer

Hay veces que nos levantamos y no tenemos ganas de nada. Que simplemente queremos pasar un día de tranquilidad con nuestra pareja, nuestra familia, nuestros amigos o con nosotros mismos.

Para mí, mis queridos Nómadas, los domingos son ese tipo de días. Me gusta dedicarlos a estar tranquila. Levantar sin prisa y disfrutar de un rico desayuno. Dedicar más tiempo en la cocina a medio día. Ver alguna peli echada en el sofá. Leer despacio degustando cada letra. 

Hoy es un domingo especial. Porque hoy es 19 de octubre, y es el día dedicado a todas y cada una de las luchadoras del mundo. Porque por supuesto nos acordamos de ellas cada día del año, pero está muy bien que haya un día especialmente en su honor. El día mundial contra el cáncer de mama.

Por desgracia, a día de hoy, somos la gran mayoría los que hemos sufrido esta enfermedad. Bien porque la ha sufrido un familiar, un amigo, un conocido... Es algo a lo que no nos ha quedado otra que "acostumbrarnos". A mí, me da miedo esta horrible enfermedad que crece y se desarrolla con tanta rapidez. En mi familia ha habido varios casos de Cáncer de mama. Unas consiguieron superarlo, otras, por desgracia, no. 

Hace tiempo que tenía en mente este relato. Al final, como muchas veces me pasa, me pongo a escribir y toma una dirección diferente a la que en un principio había pensado. En él quería reflejar como esta enfermedad se mete en la vida de cualquiera, sin pedir permiso y ningún tipo de miramientos. Este relato de hoy va dedicado a todas ellas. A las luchadoras que apoyan a las que lo sufren. A las luchadoras que lo han sufrido. A las luchadoras que lo están sufriendo. A las luchadoras que lo han superado. Y a las luchadoras que no lo consiguieron. 

Hoy, estamos Todas Unidas contra esta horrible enfermedad que deja tantas victimas año tras año. No hay que perder nunca la esperanza y siempre hay que luchas hasta el final. 

Gracias por estar ahí. Espero que paséis una bonita tarde de domingo y que empecéis la semana con mucha fuerza... Let´s be strong!!! 


NUEZ MOSCADA

Ya amanecía y Clara aún no se había acostado. El cansancio empezaba a reflejarse en su cara, en sus gestos, en su vitalidad… Intentaba seguir sacando fuerzas pero cada día le costaba un poco más. 

A Clara nunca le había faltado nada. Su familia, de clase alta, vivía a las afueras de la capital. Y pese a la difícil situación que sufría el país, nunca habían tenido ningún tipo de problema. Su padre era un médico muy importante a nivel nacional, querido por todos, tanto compañeros como pacientes. Amigos y familiares.

Sí que es verdad que no le fue fácil salir adelante y luchar por lo que ella quería en aquellos años en los que destacar no era cosa de mujeres. Ahora, a principios de los setenta parecía que se podía respirar con más tranquilidad. Pero durante muchos años se había sentido con la soga al cuello. 

Clara, haciendo honor a su nombre, siempre había tenido claro lo que quería: dar clases de música y escribir. Sus dos pasiones desde que tenía uso de razón. Siempre fue una niña diferente, y con el paso de los años su carácter y personalidad se fueron definiendo, haciéndola destacar por encima de muchos. Pese a las críticas que sufría en su entorno familiar y de amigos ella estaba feliz, muy feliz. Quizá más feliz que nunca, y justo donde quería estar.

Aprendió a tocar varios instrumentos musicales, porque decía que la música se sentía de diferente forma siendo interpretada con distintos instrumentos. A ella le encantaba sentirla en cada nota, desde cada silencio, leyéndola en todas las versiones posibles. Y, ya desde pequeña ponía a sus juguetes delante de ella para “impartirles lecciones musicales”. No tenía hermanos, porque su madre tuvo un parto complicado y le aconsejaron que no volviera a quedarse embarazada. Por lo tanto, no le quedaba más remedio que pasar mucho rato jugando ella sola. Nunca le había importado, su imaginación la alejaba de todo cuanto había a su alrededor y siempre tenía historias fantásticas en mente.

Amigos de sus padres intentaban emparejarla con alguno de sus hijos. Y aunque todos la veían como “un bicho raro” sabían que era un buen partido. Pero ella nunca consintió aceptar a ninguno de ellos. Era la “niña consentida” de su padre y él aceptaba lo que ella quería a pesar de las habladurías de la gente. 

Cuando terminó sus estudios se mudó a la capital, con su tía Goya. Su tío murió en la guerra y ella se había sentido muy sola desde entonces. La relación con su tía siempre fue mágica. Así que cuando le pidió si podía vivir con ella la respuesta fue un SÍ como la copa de un pino. A sus padres no les terminaba de gustar la idea. Pero finalmente, acabaron cediendo. 

Todo fluía y avanzaba como un barco sobre el mar en calma. Daba clases de música en un colegio pequeño y familiar. También lecciones particulares un par de veces por semana a dos hermanos que vivían en el mismo edificio de la tía Goya. Hacía un año que había publicado su primera novela, la cual no tardó en llegar a un numeroso público que alababa su trabajo y su forma de escribir. Ahora, a punto de terminar su segundo trabajo, se sentía entusiasmada. En esta novela su tía había influido mucho. A ella le gustaba mucho cocinar, cuando su marido murió empezó a trabajar para una famosa pastelería del centro y sus pasteles eran deliciosos. Si algo caracterizaba a la tía Goya, era su olor, tan natural y único con un pequeño matiz a nuez moscada. 

Clara nunca le dijo nada, pero siempre supo que el secreto de sus recetas escondían ese ingrediente que los hacía tan especiales y queridos. Por ello y por todo lo que le debía a ella, imposible de devolver ni en un millón de vidas, decidió titular su segunda novela así: Nuez moscada. 

Ya amanecía y Clara aún no se había acostado. El cansancio empezaba a reflejarse en su cara, en sus gestos, en su vitalidad… Intentaba seguir sacando fuerzas pero cada día le costaba un poco más. 

A principios de verano le dieron una noticia inesperada… Una noticia que atravesó su pecho como una bala. Aunque lo que atravesaba su pecho era otra cosa peor que mil balas juntas… Cáncer. 

Después de tanto tiempo luchando por lo que quería, por hacerse un hueco en una sociedad dominada por los hombres, por llegar a donde quería llegar… Sintió que el mundo se derrumbaba sobre ella. 

Consiguió ocultarlo más tiempo del que ella hubiera imaginado. No quería hacer sufrir a su familia y pensó que si no decía nada, todo sería mucho mejor. Cuando llegó septiembre, con el sol todavía pegado en las mejillas, se sentía como las hojas que cambiaban de color y comenzaban a caer. 

Cuando sus padres se enteraron ya era tarde… Su padre removió cielo y tierra. La sometió a todo tipo de tratamientos. Probó con ella cosas que aún no sabían si funcionarían o no. Desgraciadamente, por Clara poco se podía hacer ya. Ella eligió su camino con su silencio. Todo lo demás es duro de explicar. Dolor, mucho dolor. Una lucha continúa durante seis meses que fueron como seis años. Pero muchos de esos tratamientos sirvieron después para ayudar a otras mujeres que padecían esa enfermedad.

No fue la primera ni tampoco la última. 

Clara se fue tranquila, simplemente dejándose llevar, en un febrero frío, muy frío. Con muchos sueños esperando en el tintero y muchos otros ya escritos que la mantuvieron viva tras el paso del tiempo. Y a pesar de su juventud y lo mucho que le quedaba por tocar, se fue con la paz interna de haber sido quien quería ser hasta la última nota de su partitura.


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