viernes, 26 de junio de 2015

Lágrimas de manzanilla

Hay veces que me gustaría robarle tiempo al tiempo. Me encantaría poder tener todo el tiempo del mundo para hacer lo que mas me gusta, que es escribir y reunirme aquí con vosotros. Por desgracia, de momento, eso no es posible... Así que estos días he estado muy ocupada y no he podido publicar cuando me hubiera gustado.

Como ya sabéis, mis queridos nómadas, junio es uno de mis meses favoritos. Esta semana me habría encantado estar en mi tierra, oler a mar, pisar la arena y saltar la hoguera a la orilla de la playa como he hecho toda la vida. La noche de San Juan es una noche mágica para ser vivida... Pero por desgracia, este año tampoco ha podido ser.

Aún así este es un mes especial. Con el sol dominando nuestros días y mil planes por delante nos despide junio y, a mí, me da mucha pena. Por si hay algún despistado, quería recordaros que ya está en marcha THE EDGAR ALLAN POETS, el primer reto os está esperando y podéis votar por vuestra poesía favorita pinchando aquí.
Cada semana os sorprenderemos con un nuevo reto lleno de ilusiones y versos. Espero que me apoyéis y poder llegar muy lejos, porque no quiero perderme nada de esta experiencia. El encargado de organizar algo tan increíble es Fernando de la Calle, y tengo la gran suerte de acompañarlo este sábado en la Sala Búho Real para presentar su poemario Mochilas de papel. 

Hoy os traigo un relato en forma de cuento que tenía muchas ganas de publicar. Me habría encantado hacerlo estos días atrás... Pero como me gusta decir "lo importante es llegar" ;))
Espero que os guste y que disfrutéis leyéndolo tanto como yo lo he hecho escribiéndolo... Cargado de magia y amor os espera deseoso.

Si habéis tenido y tenéis una relación cercana con vuestros abuelos seguro que os gusta. Llevaba mucho tiempo queriendo escribir algo así. Tengo la suerte de haber disfrutado mucho de todos mis abuelos hasta hace muy poco tiempo... Lamentablemente, ahora ya solo me queda mi abuela materna y me da mucha pena no poder pasar más tiempo con ella... Aunque sé que entiende que pasa el tiempo y que crecer, también conlleva hacer tu propio camino.
Hoy quería dedicar este cuento a ellos, a mis tres abuelos que seguro están en algún lugar lejano tranquilos y felices viéndonos en la distancia y a mi abuela Ángeles, que me echa de menos desde Elche. OS QUIERO INFINITO...

A vosotros mis queridos Nómadas os doy las gracias una y otra vez por estar ahí cada día, por hacer volar A un B(v)E(r)SO de distancia a vuestro lado y vivir todo esto con tanta ilusión!! Si aun no tenéis un ejemplar, escribirme a nomadasenlanoche@gmail.com o acercaros a la maravillosa librería Séneca en Elche.

Espero que paséis un estupendo fin de semana y que disfrutéis en la playa, piscinas o sitios fresquitos estas altas temperaturas!! Besar mucho y soñar despiertos... Let´s dream...!!



LAGRIMAS DE MANZANILLA

Recuerdo perfectamente el primer verano en la casa de campo de mis abuelos. Las mañanas empezaban pronto, poco después de que saliera el sol. Desayunábamos en una esquina de la larga mesa de madera con el mantel de cuadros verdes y azules. Tostadas de pan casero y leche fresquita con canela y limón.

Después íbamos al corral a dar de comer a los conejos, las gallinas y los patos. El día avanzaba sin prisa, con sabor a tranquilidad y olor a sol. Hacíamos una hora de deberes y luego siempre manualidades. Mas tarde, antes de comer, nos metíamos en la piscina. Me encantaba tirarme de golpe y sentir el agua fría. Podía pasarme horas en el agua. Después nos duchábamos con la manguera y nos poníamos un bañador seco. Recuerdo que tenía un vestido azul marino con margaritas blancas que adoraba. Era suave y de tela fina. Me ponía a dar vueltas y vueltas y se levantaba como en las películas.

El inicio del verano siempre era emocionante. No solo por ser mi cumpleaños... Siempre era especial, mágico, diferente. La noche de San Juan era como un ritual. El campo se llenaba de gente. Mi familia siempre preparaba queimada para los mayores y para los niños un "brebaje secreto" que me resultaba delicioso. Años más tarde me enteré que mezclaban manzanilla, hinojo, cantueso y hierba buena y lo tomábamos fresquito, con azúcar moreno.
Nos decían que si al beberlo deseábamos algo muy fuerte, el deseo se haría realidad. Me encantaba saltar la hoguera, escribir deseos en un papel y quemarlos. Esa noche dejaban que nos bañásemos en la piscina. Me quedaba flotando sobre el agua y parecía que bailase entre las estrellas. que me miraban brillantes y parpadeando.

Mi abuela tenía un jardín precioso en el que plantaba de todo. Pasábamos horas las dos juntas arreglándolo, regándolo... Eran momentos que nunca olvidaré. La planta de manzanilla era mi favorita. Cuando lloraba, mi abuela siempre me daba besos y me me decía que mis lágrimas sabían a manzanilla. Me contaba que de alguna manera era posible conectar con ciertas plantas y que yo lo había hecho con esa. Sabía hacerme sentir especial en cada momento y a mí me encantaba estar a su lado.

***
Se fue, un mes de junio, demasiado pronto y con mucho que hacer todavía. Cuando alguien se va de golpe deja una brecha tan grande dentro de ti que parece irreparable.
A pesar de la profunda tristeza que dejó en nuestros corazones y en cada rincón por el que pasábamos, mi familia decidió seguir adelante con la fiesta de San Juan, tal y como a ella le habría gustado. Yo sentía que me habían arrancado de cuajo uno de los pilares de mi vida y estaba enfadada con el mundo.
No quería pedir deseos, ni reír, ni ver a nadie. Las lágrimas eran mis compañeras y me pasaba las horas sola recorriendo la rutina de cada día y deseando que todo hubiera sido una pesadilla.

No quería saltar la hoguera ni celebrar nada. Pero hubo algo dentro de mí que me impulsó a hacerlo. Era muy intuitiva, ya desde pequeña me dejaba llevar por lo que me decían mis impulsos y a día de hoy no me arrepiento de nada.

Es verdad que no se respiraba la alegría de otros años... Pero todos conversaban tranquilamente... Era pasada la media noche y la hoguera, descansaba soltando chispas al aire.

Me acerqué y cogí carrerilla para saltar sobre ella. Y entonces, pasó algo que nunca en mi vida podría haber imaginado. Cuando justo comencé a atravesar la hoguera sentí que se paraba el tiempo. Y entonces la vi, sonriendo y con los brazos abiertos esperando para abrazarme. Estaba sobre un campo lleno de manzanilla y cuando llegué a ella no podía dejar de llorar. Apenas pudimos hablar, pero fue el tiempo suficiente para sentir su calor, sus besos suaves y sus tiernos "te quiero"...

Cuando me di cuenta estaba al otro lado de la hoguera y todos seguían despistados con su conversación o bañándose en la piscina.
No sé porque, pero no comenté con nadie lo ocurrido. Pensé que era algo mío y de ella y que si decía algo todo se rompería. Estuve días, semanas, meses... Pensando si aquello había sido cierto o si habría sido producto de mi imaginación.

El año siguió su curso, un otoño colorido dio paso al frío invierno. Con la primavera todo se puso precioso y cuando me quise dar cuenta estábamos de nuevo preparando todo para San Juan.

Yo me moría de nervios y de ganas por saltar la hoguera. Esperé a que pasara la media noche para saltar, tal como hice el año anterior. Cuando vi que cada uno estaba a su aire me decidí a dar el salto.

Y pasó. No pude sentirme mas feliz. Tal y como lo viví 365 días atrás pude volver a ver la sonrisa de mi abuela y sentir su abrazo entre olor a manzanilla. Sabía que por muy desarrollada que tuviera mi imaginación, no podía haber imaginado todo tan perfecto.

Año tras año. Noche tras noche. San Juan tras San Juan. Hoguera tras hoguera. Salto tras salto... He aprendido a disfrutar de esos momentos especiales, mágicos y diferentes. Esos instantes únicos en los que no existe nadie mas que ella y yo.

No sé si cuando ya no este aquí iré allí donde esta ella. No se si esto seguirá durando siempre mientras viva. Desde aquel año nunca he faltado a la cita, ni lo pienso hacer.

Con el paso del tiempo y nuestros micro-encuentros, consigo recordarla mucho mas... Y cada vez que lloro, ya sea de tristeza o emoción, siempre la veo en mis lagrimas de manzanilla.


FIN

3 comentarios:

  1. Precioso de verdad, Irene. Egoístamente, cualquier persona en el mundo desearía que alguno de sus seres queridos la recordara con este cariño tan intenso y tan profundo con el que has impregnado tu texto.
    No solo con tus recuerdos de manzanilla y fuego haces vivir eternamente a tu abuela, también con tus letras lo consigues. Es un homenaje precioso.
    Si quieres compartir este momento con más personas, dímelo y lo incluiré en "Contamos contigo." Será un honor contar de nuevo con tus palabras https://martesdcuento.wordpress.com/colabora/comparte-un-momento/

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ayyyy mil gracias por ese comentario tan bonito! Gracias de corazón! Para mí será un placer estar de nuevo por tu casa!! Un abrazo enorme!!

      Eliminar
    2. Pues en cuanto tenga un minuto, lo hago y te aviso. ¡¡Un besazo, escritora!!

      Eliminar