Hay veces que me paro a pensar en eso que dicen de que cuando tienes tiempo no sabes en qué emplearlo y cuando no lo tienes siempre quieres hacer más cosas de las que puedes... Quizá, en algunas ocasiones sea cierto. En mi caso, la mayoría de las veces, no es verdad. Me gusta (e intento) exprimir el tiempo al máximo. Disfrutar de todo lo que hago y con lo que me siento realizada. Sí que es verdad que últimamente casi no tengo tiempo para nada y eso me hace darme cuenta (mas todavía si cabe) que no hay que malgastar ni un solo segundo...
El verano pasa sin prisa pero sin pausa, y cuando no tienes vacaciones parece que hasta se hace más largo. Echo de menos los días libres en el periodo estival, pero por circunstancias de la vida, solo he podido disfrutar unos días del mar y de mi familia. A pesar de todo, intento ver el lado bueno de las cosas, y es que pensándolo bien tampoco queda tanto para que llegue octubre acompañado de mi querido otoño y unos muy esperados días de descanso. Además la ciudad está más tranquila que nunca y pasear por ella sin el agobio de siempre es un gusto que pocos podemos disfrutar a lo largo del año...
No tenía muy claro que iba a publicar hoy, ya que tengo varios relatos y poesías escritos. Finalmente, he decido compartir con vosotros una poesía que escribí pensando en las calles de NYC. Estos meses en los que viajar no ha sido posible y en los que lo echo tanto de menos, me he acordado mucho de este ultimo gran viaje que realicé... Así que no se me ocurría un escrito mejor para reencontrarnos. Espero que os guste y disfrutéis de cada verso que hay en ella. Sin más os deseo un maravilloso fin de verano y final de mes. Los que estéis de vacaciones, espero que las aprovechéis al máximo, y los que ya las habéis tenido, ánimo con la vuelta a la rutina y feliz comienzo de septiembre, el enero cálido que guarda nuevos comienzos y oportunidades de empezar. Qué no paren los sueños, mis queridos Nómadas...
LA CIUDAD TRANQUILA
¿Oyes eso? Es el latido de la ciudad
viviendo al ritmo que marcan nuestros corazones.
Ya no sé si es el verano
o el calor de tus caricias sobre mi piel.
Pero se me eriza la piel,
y no es por el frío.
Se suponía que desde aquí
era imposible apreciar las estrellas,
pero a mi alrededor solo veo destellos
que brillan fugaces en tu mirada.
Me han dicho que ésta
es la ciudad que nunca duerme,
pero yo abro los ojos
y a mi alrededor solo veo suspiros silenciosos.
También dicen que una pisada aquí vale más
que cualquiera que des en el resto del mundo,
aunque si me tengo que quedar con una huella
me quedo con la que he dejado en ti.
Mi sonrisa se hace inquilina de cada esquina,
me abandona, pero no me importa.
Sé que en la próxima manzana
encontraré algo que me hará cosquillas,
devolviéndome cada risa que me roba(s).
Nuestros pasos se encuentran en el metro,
perdidos en un tiempo diferente,
como si fuéramos de otra época
a la que siempre quisimos viajar.
Es curioso cómo estando en un mismo sitio,
consigues estar en varios a la vez.
La ciudad tranquila nos mira,
y dos realidades se mezclan en una misma,
guardando tantos recuerdos,
como reflejos podemos observar.
Ríos cargados de ilusiones,
ganas, deseos, esperanzas, emociones...
Todos quieren abrazar la libertad.
Avanzan sin detenerse ni un segundo,
aquí nadie se para a pensar.
Y que más da si es de noche o es de día...
Si amanece o atardece,
si ahora estamos aquí o allá.
Porque sea donde sea,
nuestros sueños viven despiertos
y siempre los haremos realidad.





