domingo, 23 de noviembre de 2014

Sentimientos enfrentados

Hay veces que nos dejamos llevar por nuestros sentimientos, nuestras emociones, nuestro temperamento... Esto puede llevarnos a cometer errores o decir cosas que realmente no pensamos o no sentimos.


El ser humano por defecto es egoísta, despreocupado, envidioso, orgulloso, goloso, avaricioso, lujurioso...

En definitiva, mis queridos nómadas, somos pecadores...
Es algo que forma parte de nosotros y por mucho que queramos evitarlo, son sentimientos que están ahí, y a lo largo de nuestra vida habrá momentos que saldrán a flote.

Por supuesto hay personas con la suficiente bondad para hacerlos desaparecer y controlar esos sentimientos... Pero ¿alguno de vosotros podría decir con total sinceridad que nunca ha sentido envidia, que nunca a odiado o que jamás ha pensado en él mismo antes que en los demás? Seguro que aunque sea por un segundo, durante un momento fugaz y sin maldad contra nadie, lo habéis sentido. 

La chocita del loro
Quería compartir con vosotros este tema porque la semana pasada fui a ver uno de los mejores monólogos que he visto nunca. 
El responsable: Juan Dávila

Muchos de vosotros pensaréis qué es lo que puede tener esta actuación de especial... Pues bien, este monólogo no es como el resto y me sorprendió desde el primer momento. 
¿Puede un cómico hacer que la gente se emocione y sienta aparte de hacerles reír durante todo el espectáculo? En este caso la respuesta es SÍ.
Juan lo ha conseguido en una actuación diferente, especial y personal como nunca antes había visto. 

Una función con sentimiento llevada al lado cómico, llena de dinamismo y entretenimiento. El genial cómico y actor hace partícipe al publico en todo momento, haciéndole disfrutar de un viaje en el tiempo a través de los siete pecados capitales. 

Con Juan Dávila - La capital del pecado
La capital del pecado es mucho más que un monólogo... Y si no me creéis, aun estáis a tiempo de verlo y disfrutarlo vosotros mismos en un entorno perfecto como es La chocita del loro!

El monólogo de Juan me hizo pensar... Esta semana he estado bastante ocupada pero, por supuesto, siempre saco tiempo para escribir! Cualquier momento es bueno para dejar plasmado todo lo que pasa por mi cabeza. 
Escribí un micro-relato que hoy quería compartir con vosotros. Hoy por fin he disfrutado de un domingo tranquilo, he tenido tiempo para sentarme delante del ordenador sin prisas y relajadamente. Para eso son los domingos... Y no hay mejor forma de terminar una semana, haciendo lo que a uno más le gusta!

Espero que vuestro domingo termine genial y vuestra semana comience aun mejor... Se nos escapa noviembre, así que disfrutad de lo que queda de él!! La Navidad nos espera a la vuelta de la esquina con muchos momentos especiales por vivir... 

Gracias a todos mis Nómadas por estar ahí cada día y hacer que la vida sea un sueño!!
Let´s dream... ;))


SENTIMIENTOS ENCONTRADOS

Salí orgulloso de la reunión. Todo había ido según lo previsto y, por supuesto, contaba con ser el elegido. Siempre había confiado en mí y en mis posibilidades. Aunque esta vez c
ompetía contra ella… Ella.


¿Habéis sentido alguna vez cuando un latigazo os atraviesa el alma? Eso sentí la primera vez que la vi. Desde entonces ella fue todo cuanto deseaba y una ansiedad asfixiante se convirtió en mi compañera cada noche.

Lástima que tuviera que odiarla…

Ella, tan encantadora y segura de sí misma. Se contoneaba como una gacela por la oficina. No lo importaba cuantos depredadores estuvieran acechando a su alrededor y si estaba asustada nunca dejaba que oliéramos el miedo. 
El día de la gran noticia estaba radiante y su belleza eclipsaba a su alrededor.

Me miró y me tendió la mano luciendo su perfecta sonrisa: “mucha suerte” y entramos en la sala de conferencias tras sus palabras.

No atendí nada de lo que hablaban. “Que lo digan ya, que digan mi nombre”.
Mis pensamientos gritaban en silencio.

Finalmente dos palabras se hicieron eco en la sala. “Blanca Segarra”.

Un nido de víboras se retorcía dentro de mí y sentí un quemazón por todo el cuerpo. Salí después de darle la enhorabuena con un nudo de ira en la garganta. Había perdido contra ella…

Mezclé mi humillación con hielo y me la bebí durante toda la noche. Ahora todo era peor. La quería y la odiaba más que nunca y yo había caído...

Ángel caído - Gustav Doré


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