viernes, 30 de mayo de 2014

Viento del Este



Hay veces que estamos con personas que hacen que los sentimientos y los deseos broten desde muy adentro. Tanto, que nos hacen sentir cosas que jamás antes habíamos sentido y que nos hacen perder la cabeza. 

Dejamos de pensar en nosotros mismos y pasamos a pensar más en esa persona, haciendo hasta que lleguemos a confundir amor con obsesión, adicción, dependencia... Y que realmente no sea para tanto... Pero hay vendas que no nos dejan ver más allá de nuestros ojos.

Hasta puede ser, mis queridos Nómadas, que demos importancia a cosas que realmente no la tienen, y que son las que no nos dejan ver las verdaderas cualidades de alguien. 

Puede que en muchas ocasiones pensemos que tenemos el control de la situación pero que, en realidad, no sea así... Somos humanos, es imposible no equivocarse y tropezar con la misma piedra una vez o las que sean necesarias. Lo que importa de verdad es hacer lo que nos haga realmente felices en cada momento de nuestra vida, y lo que salga mal nos sirva de experiencia para futuras vivencias.

Hasta ahora, la vida me ha enseñado que de todo y todos se aprende. Por muy malas que sean las experiencias que vivamos siempre podemos sacar algo bueno de todo. 

Y que todo, todo, todo pasa por algo... 

Así que mis querid@s amig@s, nunca sintáis que no habéis hecho algo bien, porque después de las cosas malas, pueden venir cosas muyyyy buenas! 

Nunca dejéis de soñar... 

Feliz noche y que paséis un gran fin de semana!! 



VIENTO DEL ESTE

El viento del este siempre me traía su olor mezclado con el de mis queridas palmeras.
Aún recuerdo el aroma de su cuerpo con el mío. He olido pocas cosas así… Tan auténticas.

Todo fue rápido, o quizá lento… No me acuerdo.
Lo que no podría olvidar era su piel a la luz del fuego, que soltaba chispas al tenerla tan cerca.
La brisa, muy traviesa, se colaba por las rendijas de la vieja ventana, porque quería rozarla… Aunque solo fuese durante un instante. 

Aquellos meses de amor de verano en invierno fueron inolvidables. La vieja casa de la playa se transformaba en un palacio con ella dentro. Su cintura moviéndose de un lado a otro, con ese contoneo que me hacía perder el control…

Al principio creo que era yo quien le hacía perder el control a ella.

Me encantaba ver cómo me insinuaba que la desnudase. Pero yo esperaba, hasta que se desesperaba y empezaba a hacerlo… La deseaba aún más cuando lo hacía despacio, mientras se acariciaba. Entonces me abalanzaba sobre ella y todo se incendiaba desde dentro.

La casa con olor a pino, a palmeras, a sal con arena mojada, a invierno y a sexo. Pero sexo de verdad. De ese que te dan calambres por todo el cuerpo y hasta pierdes la vista por unos momentos. 
De ese que aunque quieras no puedes parar y por mucho tiempo que pase sabes que es el mejor que has tenido nunca. De ese que conforme terminas estás deseando que vuelva a pasar. Se convirtió en mi adicción… 

Por las mañanas salíamos fuera enrollados en una manta, enroscando nuestros cuerpos. Respirandonos fuerte, sintiendo el viento del este susurrando sobre nosotros…
Y ahí la tenía, eclipsando cualquiera de los amaneceres que se puso frente a nosotros en aquellas mañanas frías pero, a la vez, llenas de calor.

Nos fundiamos el uno en el otro acariciándonos, sintiendo cada parte de nuestro cuerpo como nunca antes lo habíamos hecho… Disfrutábamos, gozábamos, nos dejábamos llevar por la pasión del momento y cualquier ocasión era buena para dar rienda suelta a nuestra imaginación y a nuestros deseos.

Pero llegó el verano y cruelmente nos trajo el frío. Ella se fue, dejándome sin rumbo. Pero se fue a medias, pues realmente estaba en todas partes. Me despertaba sudando en medio de la noche, con el sonido de las olas, pensando que ella estaría ahí… Sentía sus besos, sus caricias, su boca recorriendo mi cuerpo... 

Pero no. Estaba solo. Y mi adicción peor que nunca, me quemaba por dentro. Ya no había faro, ni había puerto.

Inevitablemente el viento del este seguía soplando, entre aromas y recuerdos de dobles rombos. Persiguiendo mi deseo. Anhelando aquel invierno...




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