lunes, 24 de agosto de 2015

COLORES

Hay veces que esperamos de otras personas más de lo que nunca llegan a darnos. Vivimos en una sociedad en la que la gente lo hace todo con prisa y solo piensa en sí mismo. Con el paso del tiempo la gente valora menos los detalles o los buenos gestos y, la verdad, es una pena.


En los últimos años hay personas de las que esperaba algo y de las cuales no he obtenido absolutamente nada... Aunque también hay personas de las que no esperaba nada y me han sorprendido gratamente estando a través de la distancia como si estuvieran conmigo en todo momento.

Supongo, mis queridos Nómadas, que conforme va pasando el tiempo cuesta más conocer personas que merezcan la pena. Yo siempre doy más de lo que recibo, por norma general siempre me ha pasado. No me considero ni mejor ni peor, simplemente soy así. En algunos casos me he sentido recompensada por gente muy agradecida y en otros me he llevado muchos chascos... Pero supongo que es parte de la vida y de hacerse mayor. 

Al final te das cuenta que el circulo de personas en las que puedes contar de verdad se ve cerrando. Eso sí, prefiero pocos y buenos que muchos y malos! ;))

Darle siempre valor a vuestra compañía, vuestros gestos, vuestra amistad, vuestro amor, vuestro carió... Y a quien no valore vuestra presencia, regalarle vuestra ausencia.

Después de unas vacaciones en mi tierra, que he disfrutado muchísimo, la vuelta a la ciudad está siendo emocionante, llena de ilusiones, nuevos proyectos y ganas de vivir todo lo que viene. Cada día puede ser una nueva aventura que no pienso desperdiciar... Me esperan unos meses llenos de cosas bonitas que me muero de ganas por disfrutar!!

Con varios relatos en danza y una novela que poco a poco va cogiendo forma (Ay! gritito de emoción!), tenía ganas de compartir con vosotros alguno de ellos después de tantas semanas de poesía.

Hace apenas unos días un hombre mayor me paró por la calle para preguntarme por donde se iba al Teatro La Latina. (descansa en paz querida Lina. Gracias por tantas risas, GRACIAS POR VENIR) Hasta ahí todo normal, solo que el hombre era ciego. Y bueno, como ya sabéis que de todo saco siempre algo, de ahí ha salido el relato de hoy. Espero que os guste y lo disfrutéis.

Me encanta estar de vuelta y reunirme con vosotros. Gracias por seguir ahí cada día desde cualquier punto del mundo! Sois geniales mis queridos Nómdas :))
Feliz semana llena de risas, besos y amor... Let´s dream in colors!!


COLORES 

Entré en la habitación. Un jarrón cilíndrico de cristal transparente descansaba sobre una mesilla lleno de flores silvestres. Olía a campo. Había unos cuantos libros y una vieja libreta a los pies de la cama. Ella descansaba sobre una mecedora antigua, de esas preciosas que si restauras y se queda como nueva.

Ella siempre me hablaba de forma relajada, como queriendo mandar a dormir el huracán que llevaba por dentro. Nuestras conversaciones siempre empezaban sin darnos cuenta, temas superficiales nos hacían llegar a cosas realmente profundas.

No se daba cuenta, pero era capaz de transmitir sus ganas de vivir en cada una de sus palabras.

Desde el principio supe que no sería fácil con ella, pero siempre fui más de caminos difíciles que le dieran sentido a cada paso que daba en vez de fáciles en los que las huellas se borrasen al pasar.

Tenía 32 años y con 7 se quedó ciega. El destino quiso volver a ponerle las cosas crudas en su entorno dos años atrás cuando sus padres murieron en un accidente de tráfico.
Su tía y su hermana, desesperadas, contactaron conmigo un año atrás. Desde el primer día vi lo complicado que sería pero no iba a rendirme porque me prometí a mí mismo que aquella chica volvería a sonreír.

Siempre llevaba unas gafas similares a las que lucía Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes. Un día se lo dije y desde entonces me había pedido que le contase la historia una y otra vez. El mes anterior le regalé el libro y le hizo mucha ilusión. Me gustaba saber que de vez en cuando se sentía mejor y que a pesar de todo algo de felicidad invadía su cuerpo. 

El principal problema desde la muerte de sus padres era que su mente se había quedado vacía. Entró en un estado de shock y no conseguía recordar prácticamente nada. Era como si hubiesen vaciado su interior o todo lo que llevaba dentro hubiera quedado enterrado. 

Le gustaba hablar conmigo porque decía que yo la trataba con normalidad. Todo el mundo hablaba con ella como si fuese a romperse y lo peor de todo es que esta maravillosa chica ya estaba rota... 

Aquella tarde estaba diferente. Normalmente nos solíamos quedar en la sala de estar que era donde ella pasaba más rato. Pero ese día me pidió dar un paseo. Me dijo si podía cogerse de mi brazo ya que no le apetecía bajar con el bastón. Por supuesto yo acepté encantado. Su piel era suave y fina. Me hizo sentir que quería recordar. Que realmente tenía ganas de volver a reír de verdad... Me sentía afortunado. Muy afortunado. 

Me preguntó algo que jamás olvidaré. "¿De qué color está el cielo?" Consiguió desconcertarme. "Sabes, creo que he olvidado los colores, su intensidad, su armonía, su delicadeza... ¿Me ayudas a recordar?" Por un instante no supe qué decir, pero entonces algo explotó dentro de mí.

"Solo tienes que mirar dentro de ti y pensar que significa para ti cada color. Inspírate en lo que te hace sentir cada momento, cada olor, cada emoción... Así seguro que te acuerdas de los colores, te harán recordar un vínculo sentidos con ellos y los podrás recordar, estoy seguro."
Se quedó pensativa. No dijo nada, pero sonrió. Su sonrisa era como las caricias del sol en verano. Fue uno de los mejores paseos de toda mi vida...

Volvimos a su casa. Me dio las gracias por lo que había hecho por ella y me dijo que le encantaría repetirlo más a menudo si yo estaba de acuerdo. Nunca habría podido decirle que no a nada... Estuvimos un rato hablando. Ella sabía que yo me iría al atardecer, como siempre. Se puso triste pero no me quería decir el motivo, siempre le quitaba importancia a esas situaciones. Después de insistir, me confesó que le quemaba por dentro pensar todos los atardeceres que se perdía y que eran su momento más triste del día por quedarse sin mi compañía. Se le pusieron las mejillas coloradas... Nunca la había visto tan bonita.

Y entonces solo pude acariciar su rostro y susurrar en su oído suavemente:
"Sé que puedes sentir los colores y percibir su intensidad a través de las emociones... Y ahora ven, asómate a la ventana. Respira. Siente el atardecer. Escucha mi corazón y dime de qué color está el cielo." Después de vivir el silencio más intenso e inolvidable de mi vida escuche su dulce voz...
"Rojo"




4 comentarios:

  1. Querida Irene, como nos parecemos y como me veo reflejada en lo que cuentas. Yo siempre me entrego al máximo en todo y algunas veces me salen cicatrices, pero soy así y no voy a cambiar, la vida nunca deja de sorprenderme y de encontrar a gente maravillosa en mi camino. Todo sucede por algo y en momento preciso.
    Precios entrada.
    Una Novela???

    Besos.

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    1. Y qué ganas tengo de darte un abrazo querida amiga! Las personas como tú, que a través de la distancia demuestran tanto cariño son las que hace que el camino merezca la pena! Gracias por estar ahí siempre!! Me alegra que te haya gustado ;))
      Ay si!! Novela!!

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  2. Chulisimo me a encantado y la foto mucho más....:)

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  3. Chulisimo me a encantado y la foto mucho más....:)

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