Hay veces que por mucho que queramos no nos damos cuenta de lo que pasa a nuestro alrededor porque estamos inmersos en el trabajo, problemas, llegar a fin de mes...
Eso hace que nos sumerjamos en un a burbuja de la que nos resulta difícil salir.
Pero aunque nosotros no nos demos cuenta, todo lo que hay a nuestro alrededor no para... Los pequeños detalles que son tan importantes en el día a día, siguen ahí. Es de nosotros de quien depende apreciarlos y hacer que la rutina sea un poco mejor o por otro lado dejarlos pasar y seguir en un círculo del que nos resulta complicado salir.
Como ya sabéis, mis queridos Nómadas, cualquier cosa me sirve de inspiración. Así que escribí este relato en el que intento reflejar todo esto que veo que nos pasa a diario sin darnos cuenta.
Cualquier cosa insignificante puede cambiarnos el día y llenarnos de felicidad... Por muy pequeño que parezca, por muy normal, por muy tonto...
Seguid disfrutando de esta maravillosa estación y todos los detalles y colores que nos ofrece: salid a pasear, pisad charcos, coleccionad hojas secas, respirad hondo, y soñad fuerte!
Feliz semana mis queridos Nómadas... Let´s fly!
EL GLOBO VERDE
Un día me paré en medio de la calle y me di cuenta que, sin querer, estaba andando en la dirección equivocada. Me había dejado llevar por la corriente demasiado tiempo y ni siquiera había pensado en lo que realmente quería.
Una corriente llena de torbellinos y una sociedad que anda con los ojos vendados, que actúa por el qué dirán y no por lo que dice uno mismo. Llena de gente que trabaja en contra de sus principios para llenarse el bolsillo de dinero… Sin saber cómo ni por qué.
Un día un globo tuvo la culpa. Se le escapó a una niña de grandes ojos que salió corriendo tras él, a contracorriente de la multitud, tropezando conmigo y sin importarle más que alcanzar su globo verde. Entonces la seguí con la mirada, no sé si alguien más se dio cuenta de aquello. Solo sé que para mi fue suficiente ver el globo verde volar reflejado en los ojos de esperanza de la niña esperando poder alcanzarlo.
Pasé un buen rato andando tras el globo, la niña quedó atrás, pues su madre la cogió del brazo y le dijo que ya comprarían otro. “Pero yo quiero ese”, respondió la niña con lágrimas en los ojos.
Me recordó a cuando yo era pequeña, al cariño que le tenía a cualquier cosa y a cuando lo más insignificante era el tesoro más preciado.
Y entonces me vi alejada de mi camino de siempre. Persiguiendo el globo verde lleno de esperanza, el cual me llevó a un lugar desconocido, pero del que con el tiempo aprendí mucho.
Aprendí ayudando y sintiéndome libre a cambio de algo maravilloso: N A D A
Nada material, pero sí lleno de valores importantes: alegría, felicidad, compartir ilusiones, agradecimiento...
Así me di cuenta que cualquier situación puede tener un significado especial si te detienes un momento a observar lo que te rodea cada día y nunca prestas atención. Porque hay que mirar menos para abajo y más hacia arriba.
En mi caso, una niña llena de ilusión, ojos grandes y pensamientos felices persiguiendo un simple globo, hizo que me detuviera y mirase más allá para llegar a ver muy lejos y deshacerme de cadenas que llevaba arrastrando mucho tiempo atrás...
Desde entonces, siempre tengo en mi casa globos verdes, que dejo volar cada día para que, con un poco de suerte, sean la esperanza de aquellos que están metidos en su rutina esperando una señal. Porque no todo está perdido… Solo hay que apreciar esas cosas que son verdaderamente importantes y que olvidamos cuando nos centramos en todo lo demás.
Vaya, yo ayer encontré un globo verde que le regalé a una niña y se volvió loca por él. Yo también creo en las señales.
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