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martes, 30 de septiembre de 2014

Tempus Fugit

Hay veces que un mes parece un año, se hace eterno y parece no tener fin. En cambio, otras veces, pasa tan rápido que podría decir que no ha durado más de una semana. 


Con septiembre me ha pasado eso... Cuando me he dado cuenta, he visto que estábamos a día 30. Un mes veloz, de cambios, mudanzas, nuevas costumbres, ilusiones por todas partes y emociones a flor de piel. Un mes bonito, de nervios, completo... En el que han pasado muchas cosas buenas. Mi primer mes en Madrid.


Cuando pienso en lo rápido que pasa el tiempo me acuerdo de muchas cosas. Me acuerdo de cuando era pequeña y los mayores repetían todo el rato que el tiempo volaba y yo no entendía por qué les preocupaba tanto. Me acuerdo también cuando estudié latín en el instituto y nos explicaban el Tempus Fugit (el tiempo huye, el tiempo se escapa, el tiempo vuela) Y pienso en cómo poco a poco voy (y he sido) consciente de lo acertados que estaban, y cómo el transcurso del tiempo cada vez es más y más veloz... 


Por supuesto, mis queridos Nómadas, echo de menos Londres todos los días... Porque es una ciudad maravillosa a la que nunca podré devolverle todo lo que me ha dado. Parece que haga mucho que me fui de allí y en cambio solo han pasado un par de meses.
Pero ahora mismo, estoy donde quería estar, haciendo lo que quería hacer, disfrutando de una ciudad a la que llevo amando desde que la conocí, hace ya muchos años... Y soy feliz, muy feliz. 

Un horizonte cargado de nuevos proyectos y sueños por cumplir. Un mes de octubre que tengo muchas ganas de vivir... 
Octubre. Uno de mis meses favoritos... Si tuviera que elegir tres meses de los doce que hay, sin lugar a dudas serían febrero, junio y octubre. 
Febrero y junio ya os había contado por qué son especiales para mí. Y ahora es el turno del último de mis favoritos. 

Octubre. Uno de los meses que me encanta vivir y en el que siempre me han pasado cosas buenas. En el cual todo se viste de colores preciosos y donde todo vuelve a florecer. 
El año pasado fue uno de los más bonitos de mi vida... Y este apunta maneras desde antes de empezarlo. ¡¡Así que no puedo pedir más!!

Hace unos días, mi padre me mandó una preciosa foto del mar porque, por supuesto, sabe que me encanta y que lo echo de menos cada día... De esa imagen surgió esto que os dejo hoy aquí. Espero que os guste y lo disfrutéis despacio, saboreando cada letra, como siempre...

En unas horas octubre estará con nosotros y, seguro, será un mes muy especial para vosotros también.
Espero que paséis una bonita noche y que vaya muy bien el resto de semana... No os olvidéis de soñar, ni dormidos ni despiertos, porque ya sabéis amigos, el tiempo vuela... 



Y pasa el tiempo, se acaba septiembre.
Que llegó rápido y tenía sabor a verano,
ahora parece que haga años que terminó.
Pero nos seguía de cerca y, todavía,
aguardaba rezagado a la vuelta de la esquina...

Y aunque parezca que estés lejos,
sabes que todo está ahí, donde lo dejaste.
Con el mismo aroma, la misma textura,
los mismos recuerdos imborrables,
pero sumando más, muchos más...

Y todo puede parecer diferente, distante, incluso imaginario... 
Algo leído, una historia que te han contado de pequeño.
Pero no, en el fondo, sabes que es real.
Casi puedes tocarlo con la punta de los dedos,
pero al final se te escapa. 

Y aunque no lo parezca, está más cerca de lo que creías,
porque va dentro de ti.
Te acompaña siempre, porque formas parte de él.
Y gritas un silencio al vacío, lo dejas ir.

Porque ya no sabes cuando volverás...
Pero sabes que está ahí.
Y que no se irá. Por muy lejos que esté.
Siempre, te pertenecerá.

martes, 23 de septiembre de 2014

Recuerdos de otoño

Hay veces que me pongo a pensar en el pasado y la verdad es que, cuando me detengo a visualizar momentos de hace años, vienen a mi memoria muchas cosas buenas. Me resulta interesante cómo nuestra mente, al final, se queda con lo verdaderamente importante y deshecha lo malo, que no nos aporta nada.

Hay gente a la que no le gusta mirar hacia atrás, concentrándose solo en el futuro. Pero ¿sabéis qué, mis queridos Nómadas? Yo pienso justo lo contrario... Prefiero no preocuparme por lo que pase en el futuro y poder disfrutar del presente a la vez que puedo saborear grandes momentos del pasado. 

Nuestras vivencias son las que nos curten y nos forman en lo que somos ahora. Y desde mi punto de vista, son muy importantes. A veces me pregunto, ¿qué sería de mí si no hubiera tenido la infancia que he tenido o la educación que recibí? Y la verdad es que no puedo estar más orgullosa y feliz por cada momento que me ha hecho llegar hasta donde estoy ahora. Con lo bueno y con lo malo también. Porque para bien o para mal, de todo se aprende y se saca algo.

Quería decíos que no tengáis miedo a mirar atrás... Abrir nuestros recuerdos es maravilloso, una película que podemos ver siempre que queramos, solo tenemos que cerrar los ojos y volar hacía ese momento en particular. 


Lo que esté por venir aún no es nuestro, ni de nadie, porque todavía está pendiente de ser vivido. Por mucho que pensemos en qué pasará en un futuro, todo son especulaciones que no sirven para nada, porque un cambio de decisión en un último momento puede cambiarlo todo.
En cambio, el pasado es nuestro. Son nuestros recuerdos, nuestras vivencias, nuestras costumbres... Y eso ya nadie podrá quitárnoslo.

Hace poco me puse a pensar en cosas de antes... Situaciones, acciones, gestos, momentos... Y bueno, escribí algo que ahora quería compartir con vosotros. 

También aprovechar para darle la bienvenida al otoño, una de mis estaciones favoritas. El otoño tiene algo especial... Y aunque sé que muchos de vosotros sois amantes del verano, creo que el otoño no tiene nada que envidiarle. Así que disfrutad el comienzo de esta bonita estación y no os perdáis ni un detalle de vuestro entorno, el cual seguro, ha empezado a cambiar de color. 

Como siempre, gracias por estar al otro lado, gracias por vuestras felicitaciones, gracias a las editoriales que confían en mis relatos, gracias por formar parte de Nómadas en la Noche... 

Feliz tarde, feliz semana y feliz comienzo de otoño amig@s!! Let´s fly... 




Y te das cuenta…
Que desperté con tu nombre en los labios.
Como susurrando, sin darme cuenta.
Como esos momentos que sabemos 
que ya no volverán…
Y te das cuenta que lo importante 
es seguir haciendo todo lo (in)significante…

Como aplaudir en un cine
cuando acaba la película.
Recordar algo olvidado
en un rincón de la memoria. 
Seguir unas huellas en la arena
aunque no lleven a ninguna parte.
Reír a carcajadas entre la multitud 
sin importar lo que nadie piense.
Montar en bicicleta 
sintiendo el aire frío en la cara.
Ese beso (in)esperado
que llega cuando tiene que llegar.
Descifrar tu mirada entre silencios
que dicen todo sin decir nada.
Pasear a tu lado 
dejando que el mundo se pare.
Comer golosinas sentados
en un banco del parque.
Compartir un cigarrillo
hasta la última calada.
Disfrutar los veranos hasta el final
y los inviernos desde el principio…

Y te das cuenta 
que nosotros somos más importantes
de lo que decíamos, incluso de lo que pensábamos,
que somos (al)químicos.
Que nos hemos hecho de recuerdos
que a veces nos cuesta recordar.
Y que las ausencias han empezado a pesar
y quieren hundirnos sin remedio.
Pero floto en tu mirada,
que dejó la jaula abierta 
liberándose de todo lo que escondía.
Y brilla en la oscuridad 
y ahora es mi faro de guía.

Y tú…
                                       Que te das cuenta....



lunes, 15 de septiembre de 2014

Poesía sin recortes

Hay veces que vivimos momentos, situaciones, instantes... que nunca podríamos haber imaginado que viviríamos. Y eso mismo me pasó hace justo una semana, cuando Cristina Heredero, me dijo que en la Sala Búho Real , situada en el madrileño barrio de Chueca, el fantástico actor argentino Emilio Linder, recitaría poesía y además con entrada gratuita.

Por supuesto, me animé a ir enseguida, porque no solo haría un recorrido por la poesía de todos los tiempos, sino que podíamos ponernos en contacto con él para que recitara poesías nuestras.

Rápidamente le envié un mail a Emilio, del cual obtuve respuesta al momento. Encantador y amable, me dijo que, por supuesto, recitaría mis escritos.


Pasé el día deseando que llegasen las 8:30h de la tarde, ya que a esa hora tiene lugar el recital de poesía cada lunes de la semana. Y yo quería preguntaos, mis queridos Nómadas, ¿se os ocurre una mejor manera de empezar la semana? ¡Seguro que no! ;))

El genial Emilio, se come el escenario recitando. Nombrando, además, tanto a los grandes y conocidos poetas como Neruda, Becker, Benedetti, Quevedo, Shakespeare, Garcia Marquez, Víctor Hugo... Y descubriendo maravillosa poesías de Rafaela Rivera o Alfonsina Torre. Me encantó una frase de Rafaela "las razones no necesitan palabras..."

La velada fue perfecta, casi parecía que estábamos en casa rodeados de amigos en un ambiente íntimo y agradable, lo cual hizo que nos sintiéramos muy cómodos.

Desde aquí os animo a tod@s para que os acerquéis a la Sala Búho Real a disfrutar de todo lo bueno que tiene la poesía y de lo bien que Emilio Linder sabe escenificarla.

A Emilio también podéis verlo cada viernes en la sala Madrid DadA con la sorprendente obra de microteatro DEFECTUOSO, acompañado por la preciosa Violeta Ortega y dirigida y escrita por Javier San Román. La diversión con ellos está asegurada cada viernes a partir de las 9h de la noche.

Por mi parte, agradeced como siempre vuestro apoyo, confianza, felicitaciones y fidelidad cada día. Estoy viviendo algo muy bonito que no ha hecho más que empezar y sin vosotros al otro lado no sería posible...

Os dejo con una de las poesías que recitó Emilio la semana pasada. Espero que os guste y poder veros algún lunes por la Sala Búho Real, donde la poesía se siente y se palpa.

Feliz lunes y feliz semana a tod@s mis Nómadas... Let´s dream!!


ESTRELLAS EN LA MIRADA


Pusiste Orión a mis pies 
Porque dijiste que, justo ahí,
nacían todas las estrellas...

Así empezó nuestro verano,
despacio, sin prisa.
Jugando a contar luciérnagas 
navegando en la oscuridad.

Nuestro amor se reflejaba 
en cada amanecer perezoso.
En esas siestas tardías 
Y en las ondas que dibujamos en el arroyo...

Pedimos deseos fugaces 
que se paseaban entre los árboles.
Refugiados entre hojas
para no ser atrapados.

Bailamos por senderos,
nos llevaron por caminos inmortales.
Contándonos historias 
siempre vivas en el tiempo.

Pusiste Orión a mis pies, 
fuiste mi cinturón
iluminando la noche.

Escribí poesía en tu mirada,
y dijiste que de la mía, 
nacían las estrellas.




martes, 9 de septiembre de 2014

Solo una noche.

Hay veces que nos gusta opinar y sacar conclusiones propias de situaciones ajenas a nosotros. De historias que ni siquiera sabemos cómo han pasado realmente... Bien porque nos las cuentan, porque nos enteramos por terceras personas, porque le pasan al amigo de un amigo... 

Vivimos en una sociedad en la que juzgar está a la orden del día y además nadie tiene pelos en la lengua a la hora de hacerlo. 

Y en mi opinión, queridos Nómadas, esto no tendría que ser así. Podemos darle un consejo, nuestra opinión, nuestra forma de ver las cosas a un amigo, un familiar, alguien de confianza... Pero de ahí, a lo que ahora se hace en general, me parece que es una barbaridad y que está totalmente fuera de lugar. 

Cuando suceden cosas en un entorno familiar, en una relación o en el círculo de amigos, solo los afectados e implicados en el tema son los que realmente saben qué ha pasado... 

Llevaba un tiempo con este relato en la cabeza dándome vueltas. No sabía cómo plantearlo ni desde qué punto de vista. Quería hacerlo lo más real posible, tratando temas como el amor, la homosexualidad, las infidelidades, los engaños, la confianza, el querer a una persona tal y como es... de la manera más auténtica posible, de tal forma que pudiéramos encontrarnos algo así en cualquier momento de nuestra vida.

Y bueno, después de unas semanas de locura, en las que escribir me evadían de la realidad, quedó así... Espero que os guste y que lo disfrutéis mucho, saboreando cada letra que hay en él... 

Este post estaba preparado para publicarlo anoche, pero me surgió algo muy especial que no podía perderme... Pronto habrá nuevo post contándoos TODO!! 

Últimamente no hacen más que pasarme cosas que me llenan de felicidad, tengo una agenda cargada de cosas bonitas que estoy deseando contaros, pero todo a su debido tiempo ;)) 

Feliz semana y no dejéis de sonreír ni un momento... 
Gracias por estar ahí y hacer que Nómadas en la noche sea un sueño hecho realidad!

Feliz día, no dejéis nunca de luchar por lo que queréis!!

Let´s read, let´s imagine, let´s dream!! 


SOLO UNA NOCHE

Mateo llegó exhausto a casa aquel caluroso día a finales de agosto. Parecía que el verano no quería irse, e intentaba agarrarse en cada rincón de la ciudad.

Luis había recogido todas sus cosas durante el mes de julio, mientras él estaba en la playa. Llevaban juntos doce años, cinco de ellos casados.
Cuando veía la casa sin sus cosas pero tan llena de sus recuerdos le era imposible no pensar cuando se conocieron, en aquella cena que organizó Fran, un febrero pintado de blanco, por su 30 cumpleaños.

Luis era amigo de un primo de Fran. Desde el primer momento, conectaron y supo que había algo entre ellos. Sus formas no lo decían, pero sí sus miradas. Aún así, Mateo fue cauto y no quiso decir nada, por si sus amigos no sabían que Luis era homosexual. Si hoy en día todavía hay prejuicios, doce años antes había muchos más.

Aquella fiesta fue genial e inolvidable... Después de la cena, ya entre copas, Mateo y Luis comenzaron a hablar. Mateo era arquitecto, aunque su gran pasión siempre había sido la escultura. Luis era diseñador de muebles y tenía su propio taller. Enseguida surgieron miles de conversaciones sin fin... Los dos se quedaron con ganas de más y se despidieron soltando las letras de su "adiós" poco a poco.

Todo lo demás vino sin pensarlo. Febrero se convirtió en su mes mágico. Y aunque fuera hacía frío, en sus miradas florecía la primavera.
Sus amigos se sorprendieron cuando se enteraron de la noticia, pero los veían tan felices que poco a poco se acostumbraron enseguida y se convirtieron en uno más en sus respectivos grupos.

Luis vivía en una buhardilla, pequeñita, pero muy acogedora, cerca de Lavapies. Mateo, por el contrario, vivía en un ático en pleno centro. Él siempre había estado muy bien posicionado económicamente, y tuvo la suerte de comprar el ático en el momento perfecto. Lo llenó de arte y rincones únicos que sus amigos fotografiaban siempre que iban a visitarlo.
Al año de estar juntos, Luis acabó mudándose allí y comenzaron su vida juntos.

Mateo siempre había vivido muy intensamente. Pero con Luis se relajó, y comenzó a cambiar sus (malos) hábitos. Luis le dio una estabilidad que Mateo nunca había conocido y consiguió quitar de su cabeza muchos fantasmas que habitaron sus pensamientos durante mucho tiempo.

Todo parecía perfecto en su aventura particular. Acudían a todo tipo de eventos, fiestas, inauguraciones, cenas con amigos... Se sentían tan unidos y compenetrados que no tardaron en hablar de casarse y tener hijos. Mateo nunca habría pensado que llegaría a tener ese tipo de vida.

De eso ya habían pasado doce años... De los mejores de su vida, con el hombre de sus sueños: su amigo, su compañero, su amante, su confidente... Y ahora él lo había tirado todo por un precipicio sin final. Sentía que su vida caía y caía sin tocar nunca el suelo...

Aquel mes de abril fue raro... Luis tenía que pasar todo el mes fuera de España, porque iba a una feria de muebles muy importante. Mateo pensaba ir con él. Pero le salió un trabajo que no podía dejar pasar.

¿Y sabéis eso que dicen que el libro de la vida está escrito y que todo lo que tenga que pasar pasará porque nadie puede hacer nada para cambiarlo?
A Mateo se le hacia el alma invisible solo de acordarse, de visualizar y revivir aquella noche.

Aquel mes de abril parecía destinado a dejar una huella imborrable en la relación de Mateo y Luis... Que cambiaría sus vidas para siempre.
Porque sólo una noche, sólo un momento, sólo un instante... Puede cambiarlo todo.

Mateo se quedó solo y, aunque le costase reconocerlo, una parte de él se sentía liberada... Era completamente feliz con Luis, pero a veces echaba de menos esos momentos de soledad consigo mismo, de salir a su aire, de no dar explicaciones...

Tuvo una comida importante con unos clientes con los que cerró un gran negocio. Tanto por una parte como por la otra todo eran sonrisas y palmaditas en la espalda de "Todo saldrá genial, vamos a triunfar, dejaremos huella.."

El día se le iba de las manos y se pintó de desenfreno. Los gyn tonic y otras sustancias fueron unos invitados más. Iban saltando de un local a otro, de una fiesta privada a otra escondida en alguna terraza... Mateo recordó sensaciones que creía olvidadas y vio lo rápido que se puede retroceder en el tiempo.

Todo lo demás lo recordaba como una historia difuminada en su recuerdo. Borrones de tinta China pasaban ante sus ojos mientras a la vez que lágrimas negras caían sobre la mesa... Mientras a su cabeza venía esa canción que tantas veces había escuchado antes: "Quién me ha robado el mes de abril... Como pudo, sucederme a mí..."

Mateo se encontraba raro, y no solo por los fantasmas que habitaban su cabeza de nuevo... Físicamente se sentía flojo, decaído, no era él.
Comenzó a tener miedo, a sentirse inseguro, a maldecirse una y otra vez.
Rezaba en silencio pidiendo que no fuera cierto... Pero el karma le haría pagar un precio demasiado caro por su sed de lujuria.
Luis no se enteró de nada de lo sucedido aquella noche... Hasta dos meses más tarde, cuando Mateo ya no tuvo fuerzas para ocultarlo más.
Y esas tres letras resonaban tan fuerte en su conciencia que ni siquiera podía caminar de lo mucho que le pesaban sus pasos...      VIH

Después fue como si un huracán pasara por su vida desbastándolo todo, dejándolo vacío, solo.

Mateo llegó exhausto a casa aquel caluroso día a finales de agosto...
Pero igual que una noche puede cambiar todo a peor destrozando tu vida para siempre, aquella noche, una estrella en el cielo rompió una lanza a su favor. Por el amor, por las ilusiones rotas remendadas con hilo gordo para que no se volviesen a romper. Por las segundas oportunidades...

Tocaron al timbre. Pero no de cualquier forma. Sino de esa que tantas veces había escuchado: un pitido largo y otro corto. Si alguna vez le preguntaran si el tiempo en su vida se había detenido, sin lugar a dudas, fue esa vez.
Abrió sin contestar, como siempre solía hacer. Contó hasta 22, si el ascensor estaba abajo, era lo que tardaría en subir.
Pasaron tantas cosas por su cabeza que no podría enumerarlas una por una.

Ellos.
         Ellos siempre.
                               Ellos antes.
                                                  Ellos ahora.

Y se puso a llorar cuando vio a Luis entrar por la puerta y fue a abrazarlo.
Hablaron, rieron, lloraron, escucharon, aprendieron, comprendieron... Y sobretodo se dieron cuenta que la vida el uno sin el otro estaba vacía y tenía menos sentido del que nunca habrían imaginado.

No sabían qué pasaría de ahora en adelante, cómo afrontarían lo que se les venía encima, hasta dónde llegarían sus fuerzas... Pero lo que sí sabían era que el camino juntos brillaba en todos los colores y que ya nunca más vivirían en blanco y negro.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Mirada de piedra

Hay veces que el tiempo pasa tan deprisa, que cuando nos paramos un segundo a pensar, hemos cambiado de día, de semana e incluso de mes.

Y eso mismo, mis querido Nómadas, es lo que me ha pasado hoy... Sin darme cuenta, nos hemos metido en septiembre. A muchas personas no les suele gustar septiembre, ya que es sinónimo de final del verano, las vacaciones, vuelta a la rutina... Pero a mí, siempre me ha gustado.

Siempre lo he relacionado con volver a empezar, y pienso que septiembre es un poco el enero cálido. Tengo muy buenos recuerdos de este mes, ya que trae nuevas ilusiones, reencuentros, comienzos, repasar aventuras vividas durante los meses estivales, cambiar de una estación a otra... Por eso y mucho más siempre lo consideraré un mes muy bonito y especial.

Además, este año, septiembre ha vuelto a ser un momento de cambios y nuevas emociones para mí.

Como ya os decía hace un par de meses, di por finalizada mi aventura londinense después de dos años. Por supuesto, tenía nuevos planes en mente... Y ahora esos planes han dado comienzo! Desde hoy, mis pasos nómadas se quedan en la capital de mi país, en mi Madrid bonito, una ciudad que enamora a todo el que la visita. Así que os iré contando cositas cada semana, como de costumbre.

Durante mis últimas semanas en Londres, Jose y yo intentamos exprimir al máximo cada instante... En uno de esos días en los que visitábamos algunos de los rincones de la ciudad, Jose escribió un cuento muy bonito... Él escribe muy pero que muy bien, y ya en su día le dije que tenía que dejarme publicar alguno de sus cuentos aquí, para compartirlo con vosotros.

Así que no se me ocurría una forma mejor de dar comienzo a este maravillo septiembre que tenemos por delante... Recordando historias de principios de verano...
Espero que os guste y lo disfrutéis mucho.

No os olvidéis de afrontar cada día con una sonrisa.  Ya veréis cómo así septiembre os parece un mes mucho mejor de lo que siempre habéis pensado.

Feliz lunes
Feliz semana
Y feliz nuevo mes...

Let´s dream my friends! :))




EL LEÓN DEL BRITISH MUSEUM, por J.M. LISSEN

Este texto es un modesto homenaje a uno de los rincones más mágicos de Londres, el British Museum. Entre sarcófagos egipcios y templos griegos se encuentra la estatua de un colosal león, que reposa sobre un pedestal en el hall del edificio. El felino no es la pieza más conocida del museo, ni mucho menos. No atrae tantos flashes como la piedra Rosetta. Solo algunos turistas se fotografían con él mientras van de un lado a otro del museo.

En mi última semana en Londres decidí visitar el museo, y me senté en un banco situado
justo enfrente del león. Lo que más me llamó la atención fue su mirada triste y apagada.

No era producto del paso del tiempo, ni de un defecto en la talla de la escultura. Había
algo más. Por ello decidí ponerle historia a uno de los tesoros más bonitos que alberga
este impresionante edificio.

MIRADA DE PIEDRA

Aún recordaba el texto de aquel anuncio de prensa, breve y directo:

“Se necesitan hombres para expedición científica. Salario bajo, calor intenso, peligro constante, escasas posibilidades de regresar con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito.”

Junto al desalentador mensaje aparecía una dirección: 4, Burlington Street, Londres. El nombre del jefe de expedición era Newton, Doctor Charles Newton. En condiciones normales, aquel anuncio publicado en la última página del Times habría repelido a cualquier persona sensata que buscara ganarse la vida de forma honrada. Sin embargo, a mis 16 años, los caminos de la sensatez me parecían extraños, como siempre me recordaba mi padre. Él, por desgracia, ya no se encontraba entre nosotros. El Cólera se lo llevó hace ya un año, dejándome solo con mi madre, desesperada por encontrar un porvenir para su único hijo. Ella fue la que desplegó ante mí el periódico aquella mañana.

Ocultando la parte de “escasas posibilidades de regresar con vida” y resaltando la importancia de aquella “expedición científica”, mi madre me animó a acudir aquella misma tarde al número 4 de Burlington Street. Resultó ser el domicilio particular del propio Doctor Newton, que era una auténtica eminencia en botánica y geología. El hall de su lujosa mansión se había llenado rápidamente de un heterogéneo grupo de personas de todas las clases sociales, ansiosos de conocer más detalles sobre aquella incierta expedición. A las 4 en punto, el ayudante del Doctor Newton, cuyo nombre era Edwards, se personó en la estancia. “La expedición requiere únicamente cazadores, porteadores, científicos y exploradores. Todos aquellos que no cuenten con experiencia en alguna de estas ramas, tengan la amabilidad de marcharse lo antes posible”, esas fueron sus palabras.

Yo fui uno de los pocos que permaneció en la habitación. “Con un poco de suerte, me incluirán en el grupo de porteadores”, pensé, aunque mi experiencia en este aspecto era más bien poca. Tuve suerte. Edwards solo me preguntó dos cosas. Uno, si quería trabajar. Y dos, si sería capaz de mantener la calma en una situación de peligro. La respuesta para ambas cuestiones fue sí.
* * *

No fue hasta el día siguiente cuando conocí al Doctor Newton, que reveló al grupo de hombres el propósito de la expedición: “Señores, la ciudad de Londres albergará en los próximos años el primer parque zoológico del mundo. Se nos ha encomendado a nosotros la misión de completarlo con los más raros especímenes traídos desde el continente africano. Es allí hacia donde nos dirigimos”. Y así, sin más explicaciones, me embarqué en un viaje de varias semanas hacia lo más profundo de África.

La travesía atlántica fue larga, pero me permitió conocer mejor a mis compañeros de viaje. Mi cometido en el barco no iba más allá de limpiar la cubierta y ayudar en la cocina, cosa bastante fácil. La bodega del barco estaba llena de jaulas de todos los tamaños. El Doctor Newton esperaba almacenar en ellas mamíferos, sobre todo. Su sueño era reunir la mayor colección nunca vista de felinos, de ahí lo peligroso de la expedición, junto a lo inhóspito del terreno.

El barco atracó en un pequeño puerto africano a la altura del ecuador. Calor, humedad y cientos de millas de vegetación ante nosotros, el escondite perfecto para los extraordinarios animales que nos disponíamos a capturar. En el grupo se propagaba el miedo a lo desconocido. A medida que avanzábamos por la selva nos topábamos con especies jamás vistas que solo vivían en los cuentos populares, hasta el momento. De repente, en medio de una inmensa llanura, encontramos lo que habíamos estado buscando desesperadamente. Un grupo de leones, grandes y fuertes, como los que se pueden ver en algunas pinturas medievales.

Mis compañeros esperaban un ataque feroz por parte de los felinos, a los que esperábamos armados entre la maleza. Sin embargo, la única ferocidad de la que fui testigo vino de nuestro lado. El grupo de hombres reaccionó salvajemente, persiguiendo a aquellos nobles animales, que huían despavoridos. Todo fue crueldad en aquel lugar alejado de la civilización.

La expedición logró rodear a un único león, demasiado asustado como para rugir. Apartado de los suyos, el felino vio cómo un grupo de extraños se adueñaba de su territorio. Su única respuesta fueron unos ojos tristes, que albergaban más humanidad que la que podía hallarse en la mirada de sus captores.

Atrapado y adormecido por el efecto de una droga, el león fue trasladado a una jaula instalada en lo alto de un carro tirado por bueyes. A medida que abandonábamos la llanura, el rugido del felino se iba apagando más y más, lo que me sumió en una profunda tristeza.

El regreso a Londres fue antes de lo previsto. Aunque solo contábamos con algunas de las especies solicitadas en la bodega del barco, el Doctor Newton decidió levar anclas ante un brote de Fiebre Amarilla que parecía haberse propagado entre la tripulación. El científico se refirió a este hecho como un castigo divino ante la crueldad de la que habían hecho gala sus compañeros de expedición. La prueba de ello se reflejaba en la inmensa tristeza del león capturado, que gemía débilmente en la jaula más grande del fondo de la embarcación.

***

La llegada a Londres no trajo “honor y reconocimiento”, como rezaba el anuncio de prensa, aunque la expedición había sido todo un éxito, según los medios locales. El presidente de la Zoological Society of London, Mr. Lombard, esperó personalmente la llegada de la expedición en el muelle principal del puerto, pues quería ser el primero en vislumbrar los curiosos especímenes que el Doctor Newton había descubierto. El grupo de curiosos (entre los que se encontraba la misma tripulación) aguardaba ante las puertas de la bodega del barco, que no se habían abierto desde la noche anterior para no molestar a los animales.

Tras franquear las puertas, Mr. Lombard felicitó a Newton por la gran colección que había reunido: primates, reptiles, insectos… “y un león, señor”, dijo Newton.
“Formidable. Veámoslo”, contestó su superior. Para el asombro de la tripulación y desconcierto de la Sociedad Zoológica, lo que el grupo encontró al final de la bodega no tenía mucho que ver con lo que se había descrito. Sí, efectivamente, había un león en el fondo del barco. Sí, tenía un tamaño enorme, sin lugar a dudas. Pero sus garras, su pelaje, su cola, su rostro… todo estaba petrificado. La expedición Newton había traído a Londres un inmenso felino de piedra. 
***

La prensa publicó chistes sobre la expedición de Newton durante varias semanas. El titular más celebrado fue tomado precisamente de una cita extraída de una conversación entre Newton y Lombard tras el descubrimiento del felino: “¿es que trabaja usted ahora para el British Museum, doctor Newton?”.

Aquel titular fue premonitorio. Sin poder dar otra explicación (verosímil) que la de que todo había sido una broma, el doctor Newton decidió trasladar el león al British Museum. Es más, el bueno del doctor abandonó su puesto en la Zoological Society (de la que solo recibía burlas) y se embarcó en una nueva expedición, esta vez de carácter arqueológico. Y en ese nuevo campo de investigación ocupó el resto de su vida, alcanzando nuevamente la excelencia como historiador.

Por mi parte, como miembro de la expedición Newton, decidí convencer a los que me preguntaban del buen humor del doctor, que se había topado con una escultura antigua en medio de la selva y la metió en la bodega del barco para gastar una broma a sus colegas. Pero convencer a los demás resultó más fácil que convencerme a mí mismo. Era absolutamente incapaz de asimilar lo que había presenciado.

Finalmente lo vi claro:
¿cómo reaccionaría si me arrebataran mi casa y me apartaran de mis seres queridos?
¿tendría acaso una mirada aún más triste que la de aquel felino que encontré en lo más
profundo de África?